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Mostrando entradas de agosto, 2018

VICTORINO VISTO POR BARQUERITO

Una buena y sintética definición de la ganadería de Victorino Martín, que realizó Barquerito en su columna "El Apartado" en el diario El Correo, el día previo a la corrida de la feria.  "... La ganadería (de Victorino) ha crecido. Pese a crecer, se ha ido depurando. La depuración se ha traducido en una sensible pérdida de aquella fiereza que fue emblema de la ganadería. Su fama. Son ahora minoría las célebres alimañas. Los toros tobilleros, los inciertos, los ágiles de cuello que parecían embestir con la mera mirada. Minoría minoritaria. Y, en cambio, abundan los que, sin ser sumisos, se entregan con esa peculiar nobleza de doble filo tan propia de la casta. Los buenos ya no son ni rareza ni indios de la reserva. Los que apuntan no disparan. Los mirones lo son por curiosidad. Lo privativo del encaste Albaserrada, además de humillar como ningún otro, consiste en estar pendiente de todo. Y a eso se llama listeza. Lo que no ha existido nunca es un victorino tonto.&q

MORANTE DE LA PUEBLA EN GIJÓN

Mi amigo Joaquín Antuña. Aficionado a los toros y compañero de abono en los altos del 7 durante décadas, activista social a través de la presidencia de la ONG Paz y Cooperación que fundó en los 80 y que continúa haciendo una gran labor de difusión de la educación para la paz, no se pierde las corridas de su querido y natal Gijón, que enjuicia con su criterio de fiel aficionado madrileño. Lo comenta en uno de sus artículos diarios de opinión, en GALICIA DIGITAL, en los que siempre entrevera sus opiniones sociales y políticas fiel a su vocación de todólogo, de hombre de amplia visión, vocación de intervención social y particulares opiniones. Este es el enlace  Morante de la Puebla en Gijón

CACO. EL RELATO DE SU VERDAD TAURINA. IN MEMORIAM

Mi amigo Caco, el doctor Francisco Martín Castillo, Martín como le conocían en la grada del 8, falleció el pasado 2 de febrero de 2018. Nos habíamos reencontrado tras una larga separación, después de unas comunes aventuras juveniles, en las corridas veraniegas, acogidos a la sobria protección del calor, de los turistas y de los elevados precios para tan menguados espectáculos, que ofrecía la localidad donde Caco tenía su abono en la grada del 8. Enclaustrado en el verano madrileño, seguía con deleite las desproporcionadas corridas y novilladas con las que los empresarios cumplen desganados la obligación de espectáculos dominicales. No era un caso clínico de gusto por el aburrimiento, sino de disfrutar con el detalle y entender el fondo latente de la corrida de toros, a las que también seguía en el resto de la temporada, sin perderse, por supuesto, los festejos mayores que suponen las ferias de San Isidro y Otoño. Sabía que la feria de 2017 era la última que vería, puesto que el