SI MIRAS EL BOLSILLO ACABAS CON LA GANADERÍA. GUILLERMO LÓPEZ, GANADERO DEL CONDE DE LA CORTE, EN LA TERTULIA DE JORDÁN.
Formal, serio y atento es Guillermo López, un hombre joven, actual
depositario de una casta brava fundamental en la historia de la ganadería de
lidia, la del Conde de la Corte. Un hierro con más de 100 años, que cumplirá el
centenario de su antigüedad en 2028, que se formó comprando a Mora Figueroa
(ganadería de la marquesa de Tamarón), lo que provenía de Parladé. Esta es la
genealogía dominante en los actuales juanpedros
y derivaciones por la línea Parladé-Tamarón-Conde de la Corte, como sin cesar
nos repite el programa de mano de Las Ventas y que también está en el origen
del encaste atanasio, iniciado con la
compra de reses del Conde de la Corte en los años 20 y 30.
Piedra angular de la bravura, actualmente la ganadería tiene lejanos sus éxitos en las plazas más importantes, pero la vacada se está rehaciendo de la mano del joven ganadero y su padre, quienes quieren mantener el encaste en su pureza, en lo que es un romántico empeño, muy de agradecer por los aficionados.
Tras el acuerdo familiar acerca de la propiedad de la ganadería,
se han recomprado las vacas que se habían vendido en años anteriores y mantiene
un hato de unas 115 vacas que sólo se aumentarán por la selección propia. Difícil
tiene el refresco de la sangre sin mezclar la casta, pero afirma que, en todos
los cambios y adecuaciones de la ganadería a los nuevos tiempos, su padre y él
mismo siempre tienen en cuenta lo que creen que diría Agustín (se refiere a
Agustín Mendoza, Conde de la Corte, quien dirigió la ganadería hasta su muerte
en 1964) y la respuesta sería clara: No mezclar.
Tiene el ganadero una aventura romántica con el mantenimiento de la pureza en un encaste con mucha consanguinidad, lo que se traduce en una paridera escasa, con sólo un 70% de éxito reproductivo, pero parece armado de valor, paciencia y dinero para soportarlo, pues como dice: “Si miras sólo el bolsillo, acabas con la ganadería”
Contrario a las fundas, a las que ve más inconvenientes que
bondades, y que, con carácter general, ha abandonado tras varias pruebas,
también comenta que no es muy partidario de los indultos, tal y como se están
produciendo en esta época, pues son indultos que considera falsos, más
destinados a premiar la labor de los toreros que la bravura del toro.
La pandemia, que tanto ha afectado a la ganadería brava, especialmente a las grandes, les llegó con la vacada reducida y la falta de ventas no les creó graves repercusiones económicas, pudiendo afinar la selección.
Palabras que nos gustan oír a los aficionados y más si vienen de
la mano del joven propietario de un hierro histórico, nieto de quien heredó la
ganadería del Conde de la Corte, aunque no el título, y que espera poder volver
a las ferias importantes, pues aunque el número de toros anual es escaso, su
morfología de gran tercio anterior y defensas muy desarrolladas, les permite
tener trapío suficiente.
La ganadería brava, como la propia fiesta de los toros, es un negocio con un gran componente de romanticismo, y como tal hay que ver la ganadería del Conde de la Corte y sus actuales dueños, quienes mantienen la apuesta por una casta singular que esperamos ver pronto en las plazas en el lugar que por historia les corresponde.
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