La Tertulia de Jordán ha alcanzado el X Aniversario de
celebración mensual ininterrumpida, salvo por la pandemia, desde la primera el
12 de noviembre de 2013, el día en el que se aprobó en las Cortes Generales la
Ley 18/2013, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural,
precisamente con Juan Manuel Albendea, presidente de la Comisión de Cultura del
Congreso y gran impulsor de dicha Ley. Juan Ortega ha sido el invitado a la
Tertulia del X aniversario, un torero de futuro
que recalca nuestra apuesta por mirar hacia adelante.
Recién llegado, esa misma mañana de Quito, tras torear en la
feria de Latacunga (Ecuador) donde un toro le había dado una fuerte voltereta y
le había roto un diente de un pitonazo y a pocos días de su boda, Juan Ortega
fue desgranando, con despaciosidad y compás, sus ideas y experiencias taurinas.
Tiene percha literaria, que han aprovechado numerosos
escritores y periodistas, tan necesaria para poder mostrar la belleza del toreo
al gran público. Su imagen es de un
torero con duende y por tanto irregular, capaz de torear muy arrematao, pero quizá no a muchos toros; es un torero para esperarlo, que en la conversación, como en la plaza, trasluce
seguridad, conocimiento y confianza.
Todo lleva mucho tiempo en el toreo, dice con un hablar
pausado y fluido, sin dudas, como su propia experiencia señala. Sevillano de
origen familiar en Guadalajara donde su familia mantuvo una ganadería de sangre
vazqueña que hacía la trashumancia hasta las tierras de Jaén. Hijo de un buen
aficionado que le metió el gusanillo desde niño, Juan Ortega no es torero estrictamente
de escuela, sino de formación familiar, que ha ido haciéndose en las ganaderías
de Jacinto Ortega y de Román Sorando, también oriundo de las tierras de Molina
de Aragón. Tomó la alternativa con 23 años tras cuatro temporadas de novillero
y su carrera no tomó impulso hasta 4 años después tras sorprender en la corrida
del 15 de agosto de 2018 en Madrid.
Su encuentro con Pepe Luis Vargas, torero sevillano, tocado
por la gracia, le centró en su profesión en una época de dudas en el parón tras
la alternativa, cuando la dificultad condiciona la esperanza. Cuando le pidió
su colaboración y le expresó sus dudas, pues no es fácil abrirse camino, el
maestro sevillano le espetó: El toreo es muy difícil para quien no quiere ser
torero, una frase rotunda que pone a prueba el carácter. Convencido de poder
superar las dificultades, retomó su carrera al lado de un maestro a quien profesa
respeto y admiración, condiciones que estima indispensables para otorgar su
confianza que le ayude a poder forjar y pulir su estilo.
La virtud que más aprecia es dedicar toda la vida al toreo,
por ello admira, entre otros, a dos toreros de maneras tan distintas como
Morante de la Puebla y Roca Rey, que sólo viven por y para el toreo. Además
está el estilo y Juan se entiende más cerca de la imagen de Belmonte que de
Joselito, aunque su figura histórica preferida sea Chicuelo por establecer la
ligazón de las series y Manolete por intentarla en todos los toros. También reconoce
con facilidad las fotos de Ordoñez que están en Casa Salvador, disfruta las de
Rafael de Paula y elogia a Pepe Luis Vázquez, toreros todos de la cuerda que le
gusta tañer.
Sus conceptos y opiniones del toreo son claros y expresados
con la serenidad de quien los tiene muy meditados. Lo fundamental para sus
maneras son la fijeza y ritmo del toro, el temple somete al toro y consigue
ahormar su embestida a lo largo de la faena y la faena moldea la embestida del
toro, pero su condición no se puede cambiar, la embestida del toro no se puede
inventar, sólo someter y conducir.
No hay una buena faena sin un buen público, se necesita la
comprensión del público para ahondar en la calidad de un trasteo, por eso
Madrid, que vio sus primeros triunfos, es tan importante, pues a pesar del
constante runrún de fondo durante la corrida, cuando se da un pase bueno, salta
el olé. Si algo tiene importancia se aprecia de inmediato.
La Tertulia se prolongó hablando de los avatares personales de
la carrera taurina, los estudios de ingeniero agrónomo, el importante papel
desempeñado por su padre, las ganaderías preferidas, las cuadrillas y su
formación, la temporada próxima que iniciará en Valdemorillo, el duende que le
ronda. Todos los temas los desgrana con la facilidad de quien ha reflexionado
sobre ellos y tiene la capacidad de exponer sus conclusiones de manera
didáctica y sin aristas que puedan incomodar las opiniones contrarias, lo que
hace una conversación muy fluida, creativa y sugerente.
Afirma que ve su futuro lejano dentro del mundo de los toros,
aunque la faceta que más le atrae es la de empresario, donde afirma que hay
mucho por innovar, en lo que encontramos una plena coincidencia.
Por nuestra parte deseamos que ese futuro de empresario esté
aún alejado en el tiempo y nos permita disfrutar de su presencia en los ruedos
en un largo y gozoso porvenir.
Fotografías de Andrew Moore
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