Erguido, con una compostura personal en la que la verticalidad excluye la arrogancia pero indica la firmeza, saludó tras el paseíllo el torero romántico Rubén Sanz, quien confirmó su alternativa en Las Ventas tras 17 años de parca carrera profesional, arropado por un buen número de paisanos y seguidores.
Rubén Sanz o más bien su entorno venía con la esperanza de rememorar la presentación de Rafael de Paula en Carabanchel hace más de 50 años, pero se presentó como es, un torero tranquilo con la verticalidad como bandera y dispuesto a dar los muletazos que el toro le deje componer. No se impresionó por el recinto de Las Ventas, dejó a su peón que colocara al caballo en las segundas varas, comprendió que sus toros no optaban al concurso e intentó sus muletazos sin descomponerse, erguido y tranquilo como si no se jugara su continuidad profesional después de 40 años de absorta dedicación, fiel a su concepto de intentar dar los buenos pases que el toro y su capacidad le permitan, así en Madrid como en Soria, fiel a sí mismo y a su concepto. Un torero que no hace alardes de valor, ni anda sobrado de técnica, pero que pisa la plaza como si tuviera una ristra de contratos esperando, como si no se jugara su continuidad, como si lo más importante en la vida fuera hacer lo que sabe sin importarle las consecuencias.
Una confirmación de alternativa impropia en una corrida concurso en la que destacó la capacidad de Gómez del Pilar, un torero maltratado por el sistema, que recorre sin perder la compostura la geografía completa de las corridas toristas. A su toreo le podrán sacar faltas los exquisitos, pero no a su dedicación, a su generosidad en la lidia luciendo a los toros, especialmente dado el carácter de corrida concurso, incluso ensayó una vistosa zapopina para poner un toro en suerte y entró a matar a su último toro con una encomiable entrega.
El azar o la descuidada
organización que llevó a un torero tan frágil como Rubén Sanz a confirmar la
alternativa en una corrida concurso, hizo que el mejor lote sobre el papel y
que se confirmó en la realidad, fuera a parar a manos de un matador que dejó u ordenó a su picador que destrozara
impunemente con la vara al toro más bravo de la corrida, el Palha de la
contrastada reata de Saltillo, la peor masacre realizada desde el caballo en
esta temporada tan pródiga en barbaridades de varilargueros, tampoco tuvo
suerte el Escolar que renuente en el caballo regaló las embestidas más
encastadas en la muleta.
Una corrida concurso, siempre esperada y habitualmente decepcionante, que contó además del desdichado lote que correspondió a Javier Herrero, con un Partido de Resina con movilidad y un encastado Rehuelga que tuvieron adecuada lidia y lucimiento por Gómez del Pilar.
Toros de la corrida concurso
Concha y Sierra, manejable
Palha, bravo
Partido de Resina, con movilidad
Murteira, manso derrengado
Escolar, bravo para la muleta sin emplearse en el caballo
Rehuelga, encastado
Sobre Rubén Sanz ver
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