Una corrida de toros, plato fuerte de
las fiestas y, al final, el único festejo que se autofinancia, una novillada
picada, otra para rejones, los toros para los recortadores y capeadores y los
de la becerrada de las peñas, son los acontecimientos taurinos que se celebran
en las fiestas de Riaza. El total son un buen número de animales, concretamente
48, que hay que escoger, barajar, ordenar, reseñar y … pagar.
Tras las preceptivas gestiones previas,
un numeroso grupo presidido por la alcaldesa y
formado por representantes de la Comisión de fiestas municipal, la Peña
taurina, asesores y aficionados, nos desplazamos a tierras de Salamanca para
visitar ganaderías, donde elegir los toros que se van a lidiar, correr y
disfrutar en las fiestas.
Un ajetreado día donde se pasa revista a
una buena muestra de fincas pequeñas e impresionantes explotaciones ganaderas, toros
de encastes más pastueños o más agresivos, de bellas hechuras o menor trapío,
mezclados con corridas reseñadas para plazas de primera o separados en corrales
con los más parejos, roneando entre las encinas o moviéndose en terrenos llanos
y descubiertos.
Toros, utreros, añojos, erales,
adelantados o no. Cárdenos, negros, luceros, bragados, salpicados, colorados,
castaños, toros, vacas, un semental, más toros, santacolomas, domecqs,
atanasios, patas blancas. Bien mezclados con la previsión de toreros,
novilleros, rejoneadores. “Tan grande para las peñas no”, dice uno. “Ese es muy
chico para la corrida de Riaza”, apunta otro. Luego, el dinero. Siempre el
dinero, el presupuesto.
Una impresionante coctelera, donde con
escaso reposo, los responsables tendrán que mezclar y sacar una solución que
recoja las aspiraciones de los aficionados, el disfrute de los vecinos, el
presupuesto de las fiestas, la calidad de los carteles y la satisfacción de la
mayoría.
La solución en los anuncios de las
fiestas de septiembre en Riaza.
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