Jean-Luc Couturier es un aficionado francés, que tras
retirarse de sus exitosos negocios, principalmente de panadería, decidió
hacerse ganadero de bravo. Compró la ganadería del Cura de Valverde que ha
tenido que rescatar de sus problemas sanitarios y rehacer con nuevas vacas y
sementales y adquirió posteriormente la histórica ganadería de Concha y Sierra,
que lleva por separado.
Jean-Luc Couturier con la sotana del cura de Valverde
Mantiene ambas ganaderías con 80 vacas cada una, en su finca
Coste Haute de 220 Ha en tierras del Ródano, el Rhône francés que en su
desembocadura camarguesa es cuna de tantas ganaderías de bravo, “de combat” que
dicen tan propiamente los franceses.
Mi amigo Christian Frizzi, recorre en una conversación con el
ganadero la situación de sus ganaderías, cómo la ganadería de Valverde forjó su
afición, con su mezcla de casta con dureza si se les trata con violencia y
nobleza si se les domina con suavidad, la adquisición de los hierros y las
compras de sementales y vacas para mejorar, las tientas a campo abierto y en su
moderna plaza de la finca, a las que tienen acceso sólo los toreros que van a
torear sus toros y en la que dice que no es descabellado pensar que en un
futuro se puedan dar corridas sólo con invitación para aficionados.
Toros de ambos hierros en la finca junto al Rhône
Un interesante repaso a la trayectoria de dos ganaderías, que
ya están teniendo éxitos en las plazas francesas, una histórica de encaste
propio como la de Concha y Sierra y otra más moderna como la de Valverde,
llevadas por un aficionado que ha volcado su pasión por los toros, en su anhelo
de conseguir la bravura con su propia mano.
La entrevista completa de Christian Frizzi a Jean Luc
Couturier:
Las
Joyas de la Coste Haute
(Los
toros del cura de Valverde y de Concha y Sierra en su nueva casa, en Francia)
Christian
Frizzi
Una vez
que se sale de la autopista por la que transitan los camiones cisterna que se
dirigen a Fos-sur-Mer, hay que pasar la muy taurina ciudad de Saint Martin de
Crau, ingresar a la carretera vecinal que lleva a Mausasane y después de
algunos kilómetros torcer a la izquierda para tomar el camino de tierra del
“Ilon”, el cual asciende hacia la Coste Haute. No busque usted más, tome la
salida indicada por los letreros que dicen Coste Haute y sea bienvenido a
Valverde.
Llegar
aquí es penetrar en un santuario, en un laboratorio, entrar en la historia
taurina. Es atravesar el espejo que nos lleva del pasado al futuro, pasando por
un presente frágil pero confiable.
La
transición se efectúa a través del silencio que reina en el sitio. Silencio que
apenas y de repente es rasgado por mugidos sordos y roncos, y por el canto
ligero de los pájaros. La frontera física es un inmenso portal que se abre
hacia los primeros potreros. Aquí no hay florituras ni preámbulos, de entrada
vemos dos corridas previstas para Orthez y Alès, las cuales nos miden con la
mirada. Los toros son masivos, apretados de carnes y homogéneos, se nos hace agua
la boca.
Espléndido toro de Valverde
Los
toros están plantados ahí, como menhires, lo negro de sus cuerpos y lo blanco
de sus pitones resalta sobre la hierba ya reverdecida. Su silueta es
reconocible, su lomo es plano, la cabeza parece estar plantada a la mitad del
torso, las patas son fuertes y cortas, a imagen y semejanza de los antiguos
ejemplares del Conde de la Corte. Los toros nos observan en silencio durante un
momento, después, como con desdén, vuelven a sus ocupaciones.
Yo
conozco la propiedad, puesto que ya he estado por aquí alguna vez. El campo
está verde y los árboles frutales han comenzado a florear. A lo lejos, la
pequeña localidad de Baux-de-Provence reluce bajo el sol. He retornado a
Valverde para volver a encontrarme con Jean-Luc, para analizar la situación actual
de la ganadería. Habiéndonos visto dos o tres veces la temporada pasada,
Jean-Luc y yo estamos aprendiendo a conocernos.
Jean-Luc
y su mayoral están atentos a sus labores. El representante de la empresa de
Orthez, Nicolas Petriat, también está presente. Ha venido a reseñar los
animales que se lidiarán durante “La Jornada de Valverde” en Orthez (una
novillada y una corrida).
Las particulares capas salpicadas
de Concha y Sierra
Después
de una comida agradable en un restaurante local, en el cual las fotos de
algunas estrellas recuerdan su paso por el negocio, y luego de haber recorrido
la finca por completo, comienzo a formular mis preguntas, a las que Jean Luc
Couturier responde sin ningún circunloquio. Bien instalados debajo de las
cabezas de los toros que han dado gloria a esta casa, Jean-Luc me habla apasionadamente
de su ganadería y de sus dos hierros.
Comencemos
por la propiedad, por las tierras.
CHF :
¿Puede usted describirnos su finca?
JLC :
Se trata de 220 hectáreas que comprenden tres ecosistemas. Hay 40 hectáreas de
marisma en la parte baja de la propiedad; estanques en los que se solazan las
vacas y los toros en medio de pájaros que ya han regresado del sur, y contamos
también con alrededor de 30 hectáreas de bosque (abundantes en caza: hay
jabalíes, ciervos y liebres, entre otras especies).
El resto
de las tierras está en la planicie que hubo que desbrozar y limpiar para
convertirla en terreno apto para pastar. Gracias al pantano y al canal de la
Durance, próximo al río Ródano, las tierras son regadas de manera regular, lo
cual nos da una autonomía natural en cuanto al alimento del ganado. El heno de
La Crau tiene un renombre mundial, y la alfalfa abunda. La alimentación
suplementaria se lleva a cabo con pienso, al igual que los tratamientos
profilácticos. Hemos desbrozado, aplanado y limpiado las tierras. Además hemos
levantado treinta kilómetros de cercas. Así es como yo concibo mi ganadería.
Tenemos un conjunto de construcciones que están reservadas enteramente a todo
lo que es esencial para el trabajo del campo y el cultivo de la pastura. Y cerca
de la casa están las caballerizas y el almacén de la guarnicionería.
¿Exactamente cuál es el estado actual de su ganadería cinco años después de
haberse venido a instalar aquí?
Al día de hoy he logrado un equilibrio entre las dos ganaderías. Es decir, 400
animales, 200 de cada hierro. Y actualmente tengo 80 vacas de vientre para cada
hierro, con 15 sementales: 7 para lo de Concha y Sierra, y 8 para lo de
Valverde.
Antes de hablar de sus toros, tengo dos preguntas que pueden resultar molestas.
Observamos que las dos corridas, soberbiamente presentadas, para Orthez y Alès,
las que están a la entrada, tienen fundas en los pitones. ¿Ha cedido usted ante
esa moda tan vilipendiada?
Como usted bien lo sabe, nuestra camada aun es corta. Dudé en hacer lo de las
fundas, pero pienso que los lotes son magníficos, y como los animales
comenzaban a pelearse muy en serio con la llegada de los días buenos… No quiero
que se me maten los toros, o peor aun, que algunos se inutilicen. Mi intención es
presentarlos en toda su integridad en las plazas. Seguí el ejemplo de lo del
Conde de la Corte, después de haber jurado durante años que no usaría las
fundas, ya que en esa ganadería también enfundan. No, no cedo a la moda, hace
apenas dos días que les pusimos las fundas a mis toros. Hacerlo así es más
respetuoso para los aficionados que se desplazan hasta acá y que quieren ver
toros íntegros.
El ganadero entre dos burladeros con sus dos hierros
en un montaje de Jiès
Segunda pregunta incómoda. Usted adquirió dos hierros muy distintos. ¿Podríamos
decir que lo de Valverde era más deseado que lo de Concha y Sierra?
No. En un principio yo quería lo de Valverde, pues son los toros que forjaron
mi afición por su dureza, por su casta, pero también por su nobleza para quien
los sabe torear. Si te cruzas, puedes hacer que pasen. Si los toreas con
brusquedad, se paran, se bloquean, y entonces eso se vuelve un infierno. Cuando
me jubilé supe que estaban a la venta. En conjunto, lo de Valverde estaba
totalmente descastado y la consanguinidad había hecho estragos. Tuve dos sementales
que se mataron entre ellos.
Regresé
a España para buscar machos en lo del Conde de la Corte, pero ninguno me gustó.
A la vuelta me detuve en Concha y Sierra, y José Palacios me dijo que estaba
dispuesto a vender, así que le hice una oferta. Él quería regatear, yo no.
Entonces le dije que una vez que me acabara mi puro podía olvidarse de la
oferta. Cuando cayó la última ceniza me puse de pie y me despedí. Ya tenía la
mano en el picaporte cuando Palacios me retuvo sujetándome de la manga. Así fue
como volví a casa con el hato. El lote estaba en bastante buen estado y lo
habían tentado correctamente, algo que no había ocurrido con lo de
Valverde.
Frascuelo tentando en Coste-Haute
Foto de Jiès
Algunos se sorprendieron cuando fue usted a buscar, entre otros, un semental de
Domecq…
Voy a mostrarle algo. –el ganadero abre su ordenador y busca. Me enseña una
presentación computarizada y la historia de la ganadería de Valverde-. Como ve,
hay distintas ramas ascendentes para lo de Valverde. Hay desde Gamero Cívico
hasta el Conde de la Corte, y también hubo Domecq. Usted lo sabe, en lo de
Domecq hay de todo, y también hay bueno. Eso es lo que adquirimos. Todo basado,
por supuesto, en lo del Conde de la Corte.
Creamos
7 familias, y en ellas reorganizamos y conservamos la sangre pura, para después
refrescar. En resumidas cuentas, trabajamos a conciencia.
En un
principio eliminamos más del 40% del ganado, y volvimos a empezar. La tasa de
consanguinidad era de un 25% en los años noventa, y llegó a ser de alrededor
del 45% al momento en que compré. Eso conllevaba la pérdida de las pezuñas,
artrosis crónicas y muchas otras preocupaciones. Dichos problemas hacían que la
ganadería no pudiera ser lidiada. Hoy hemos bajado la consanguinidad a un 25%,
lo cual nos permitió llevar un buen encierro a Alés el año pasado, además de la
corrida del 2015.
Trabajamos
muy duro y a profundidad en ambos hierros, y nuestro muestrario es el que usted
puede ver allá afuera. Pero el trabajo en la cuestión genética ha sido vital, y
ahora comenzamos a ver los primeros resultados de nuestra labor.
¿Qué
busca usted en las tientas? ¿Cómo las lleva a cabo?
Trabajamos a la antigua, a caballo. Frecuentemente tenemos jornadas de acoso y
derribo. Perseguimos a los animales a campo abierto, cortamos a uno de la
manada y lo derribamos con la garrocha. El astado tiene la opción de huir al
descampado o de embestir. También vienen toreros a tentar aquí.
Los dos "panaderos", tituló esta foto
Jacques Sévenier "Jiès"
¿Por ejemplo?
Bueno, están los toreros de la tierra, por supuesto, algunos novilleros.
Hablando de matadores, Javier Conde ha venido a tentar, al igual que Castella,
Juan Bautista, Frascuelo, Escribano, Morenito de Aranda, Alberto Lamelas, y
tengo un muy buen recuerdo de El Pana. Pero también han venido ganaderos como
Victorino, padre e hijo. Mas he tomado una decisión, no quiero recibir en mi
casa sino a toreros que estén dispuestos a escoger mis toros. Estoy harto de
escuchar que mis vacas son geniales, que mis toros son magníficos y que después
no pase nada. Mis dos sangres son toreables. Claro que los toros de Valverde
exigen mucho, pero los de Concha y Sierra salen manejables. Son pegajosos, pero
toreables si uno se enfrenta a ellos con la técnica necesaria.
Alberto Lamelas con un toro de Valverde en Alès
Juan Bautista, del que me hablaba usted, o quizá Simón Casas, quienes están al
frente de plazas grandes ¿está usted en contacto con ellos?
Con Juan Bautista hemos dejado las cosas claras. Él tiene el poder suficiente
para presentar nuestros toros en Arles. Con Casas, hasta el día de hoy, no he
tenido contacto alguno. Pero estoy en pláticas con los empresarios de las
plazas del suroeste francés. Después del buen encierro que mandé a Aignan, voy
a llevar un toro a Vic Fezensac; ya volveremos a hablar de esto…
Entiendo entonces que ha logrado un equilibrio entre los dos hierros, aunque
queda más por hacer con lo de Valverde. ¿Sus metas han cambiado desde que trajo
al ganado aquí?
No, por el momento lo que me importa es sacar cuatro corridas al año, y mejorar
aun más la calidad de los toros.
Continúa usando el tauródromo ¿verdad?
Sí, dos veces a la semana, por la mañana, los toros corren dos kilómetros y
medio. Es parte de su entrenamiento. Es también una forma de verlos bien, y
para mí eso es esencial.
Los Concha y Sierra en el corredero de Coste-Haute
Foto de Julien Aubert
Tuve la oportunidad de asistir a una charla respecto al tercio de varas. La dio François Roux. ¿Lo conoce usted?
Sí, lo conozco, y también estoy enterado de su trabajo, que es interesante.
Pero ¿sabe usted? los toros de Valverde que vio hace rato aquí pueden tomar
puyazos duros, no ceden ante nada, al contrario. Son fuertes y astutos, se van
para arriba, y el más mínimo error se paga en serio. Pregúntele a Lamelas cómo
fue que lo cogió el toro. Esos toros aprenden muy rápido y buscan al torero.
Lo que acaba de decirme ¿va en contra de la corrida moderna, tal y como
intentan vendérnosla en la actualidad?
Por supuesto que sí, pero estoy seguro de que habrá una reacción positiva. La
gente está hasta el copete de ver toros comerciales, hace falta que haya
picante y emoción. Es mi opinión y trabajo para conseguir eso.
Tengo entendido que usted se convirtió en criador de bravo apoyado por Tardieu.
¿Cómo se siente en su papel de ganadero?
Estoy feliz, sólo he tenido satisfacciones y muy poco stress. No me he
decepcionado, avanzo por terrenos que conozco, nuestros productos se van
afirmando, y estamos ahora mismo en una fase muy buena, ya que es la época en
que nacen los becerros y luego se les hierra.
El ganadero en su magnífica plaza de tientas
Foto de "Paco" Patrick Colléoni
Sus instalaciones son magníficas y su plaza de tientas soberbia, con un ruedo
tan extenso que podría despertar la envidia de muchas ciudades taurinas. Una
plaza así es una gran herramienta de trabajo.
Así es. ¿Sabe usted? si los tiempos se tornaran difíciles para toros como los
míos ¿por qué no imaginar corridas con público, pero en privado?
Conozco
a algunos que ya lo han hecho (se trata de un guiño en recuerdo de la postrer
corrida de los toros de Coquilla en Saint Sever, un festejo que se montó
pidiendo apoyo financiero a los aficionados).
De tal modo que si hablamos de Jean-Luc Couturier hablamos de un ganadero feliz
¿no es así?
Plenamente satisfecho, me atrevería a decir. Venga, vamos a terminar la visita.
Después
de tomarle fotos a la sotana del cura de Valverde, una vez que el pesado
portalón se hubo cerrado a nuestras espaldas y que abandonamos el sitio, me
puse a sopesar los avances de la ganadería desde mi visita anterior, pero
también reflexioné acerca de la serenidad que transmite Jean-Luc.
Pensé
en los comienzos, en los primeros pasos, en los obstáculos… Nada de eso ha
hecho mella en la fe del ganadero, pero, sobre todo, el trabajo a fondo ha dado
dividendos. Me doy cuenta de la suerte que tenemos de contar con esos dos
hierros en nuestras tierras de toros, en Francia. Y que me perdone el lector
por no haber dicho más acerca de lo de Concha y Sierra, ya será en otra
ocasión.
Me dio
mucho gusto ver que los toros de Valverde (y también los de Concha y Sierra)
gozan de buena salud, que se está logrando el equilibrio entre los dos hierros,
y que el refrescar la sangre ha tenido los resultados esperados. El ganadero lo
sabe tan bien como nosotros, será en la plaza en donde nos enteraremos de si
las Joyas de Haute Coste son reales. Habrá que seguirles la pista de nuevo esta
temporada.
Traducción
de Gastón Ramírez Cuevas
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