Antonio Lorca es un hombre sereno, reflexivo, cronista taurino por afición, periodista profesional que ha ejercido en la prensa siendo director adjunto de El Correo de Andalucía, en la Administración como miembro del Consejo Asesor de la Radio Televisión Pública de Andalucía y en la comunicación corporativa con la Confederación de Empresarios de Andalucía. Refiere que su actividad en el periodismo está guiada por los preceptos de dos grandes maestros: la independencia profesional según indicaba Walter Cronkite y la investigación para no ser un mero taquígrafo de las declaraciones como apunta Martin Baron.
Como
cronista taurino, que es el tema que nos ocupa, asumió la corresponsalía en
Sevilla del diario El País tras la dimisión de Gonzalo Argote (Juan Manuel
Albendea) y la dirección taurina tras el fallecimiento de Joaquín Vidal.
Actualmente la información taurina del periódico está dentro del Blog de la
sección de Cultura: El toro, por los cuernos, que no aparece en el papel, cuestión
a la que no da importancia, pues entiende que da más libertad y que la prensa
se lee en medio digital, mientras que el papel desaparece. Habla de las
complicaciones que había cuando la crónica debía llegar antes del cierre de la
edición, que han desaparecido con la publicación en digital.
Asume que hay una contradicción del periodismo taurino en el que si no tratas con el mundillo hay muchas cosas que desconoces, que funcionan con claves internas, pero que si tienes un trato estrecho conoces muchas cosas que no puedes relatar. Intenta, por tanto, medir su trato con los toreros.
Se tiene por poco dogmático, pues entiende que no existe una única verdad en el toreo, convencimiento para el que se refugia en la edad que matiza y modera las opiniones, dice. Sin embargo no rehúye las opiniones fuertes como las vertidas en su crónica de la última actuación de Roca Rey en Madrid. Una cosa es ser exigente y otra intransigente, recalca.
En una charla distendida repasa muchos temas que lastran el buen funcionamiento del sector, como la falta de transparencia en la gestión taurina y afirma que los mayores responsables del estado actual del sector son los grandes empresarios, con Madrid y Sevilla a la cabeza. Apunta la práctica desaparición de los toreros tras la confirmación de la alternativa en Madrid, que está ligado con la falta de una orden de mérito en el sector. La rutinaria e interesada confección de los carteles de ferias. Sobre José Tomás apunta que pudo ser el gran revitalizador de la corrida de toros, pero que desechó ese papel en manos de una gestión económica discutida. Sobre Enrique Ponce que ha sido un torero sin épica. Curro Romero ha sido su torero favorito por su singular personalidad, siendo Antoñete y César Rincón los toreros que más le han gustado tras Curro.
No entra a fondo en algunos temas
controvertidos, como el papel de la Fundación Toro de Lidia que cree que funciona
bien hacia el exterior o el futuro de One Toro y las retransmisiones
televisivas que generan tanta incertidumbre.
Del cuidado de las plazas de toros comenta que la Real Maestranza de Sevilla invierte 300.000€ anuales en el mantenimiento de la plaza de toros, mientras que la inversión en Madrid es errática y menor. La plaza de toros de Madrid se cae, afirma con rotundidad, en una afirmación que es, cuando menos, matizable, pero que no invalida la realidad de la deficiente inversión de la Comunidad de Madrid en la plaza de su propiedad, necesaria para su mantenimiento y lucimiento.
Hay
muchos temas que analizar y criticar del funcionamiento del mundo de los toros
y no hubo tiempo para que todos se repasaran en una interesante y prolongada
charla, en la que, como dijo el invitado al llegar, todo se podía contar, quizá
porque no había grandes secretos que desvelar.
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