Buen
aficionado y mejor persona, Julián nos dejó de golpe, sin enfermedad previa
conocida, con discreción, sin dar ni un ruido. Los amigos se lo encontraron en
su casa donde acudieron extrañados de su ausencia. Él que estaba en todos los
sitios echando una amable mano a quien lo necesitara.
Dedicaba
su tiempo, además de a los amigos, a la Peña Taurina de Riaza y a la Agrupación
socialista (PSOE) del pueblo y la comarca, en las que era quien mantenía toda
la infraestructura del trabajo pesado. Montar mesas y escenarios, encargarse de
la megafonía, realizar y distribuir fotos y vídeos, en fin todas las labores
cotidianas de no mucho brillo personal, que generosamente hacía y que son imprescindibles para el
funcionamiento de las organizaciones.
Hizo el curso de presidentes de plazas de toros y cuando le nombraron presidente para la corrida de toros de las fiestas de Riaza durante el período 2015-2019 con la alcaldesa Andrea Rico, no se le ocurrió mejor idea que llamarme como su asesor en el palco presidencial, a mí que a duras penas he mirado alguna vez el Reglamento Taurino. Colaboré con él para, ayudando a la Peña Taurina de Riaza y al equipo de gobierno, intentar poner a Riaza en el mapa de la Tauromaquia. Objetivo que, modestamente, creo que se consiguió y que el posterior equipo de gobierno ha continuado, si bien desdeñando la colaboración de la Peña Taurina.
Estaba
fijo en el bar cuando se televisaban las ferias taurinas y recorría los pueblos
de la zona donde se daban las corridas de fiestas, incluso ocupando el palco si
se necesitaba.
Siempre
dispuesto a ayudar a los amigos, su falta nos deja un poco más solos, sin esa
referencia entrañable que no fallaba, dispuesto a echar una mano, a recordar
los actos para que no se nos pasen de fecha, a ser el amarre que siempre estaba
allí. Nos va costar acostumbrarnos a tu ausencia.
Descansa en paz amigo.
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