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EL APUNTE DE GUADALAJARA. FRASCUELO CONMUEVE Y EL PANA SORPRENDE

Frascuelo llegó a Guadalajara a dictar una lección de afición, como un viejo maestro que atesora sabiduría, gusto y ganas. Fue desgranando sus pases de bella preparación, impecable colocación y desigual remate. Exquisitas verónicas de recibo, ganando terreno al toro, de las cuales las del pitón izquierdo de su segundo toro excelentes. Ceñidos naturales de imposible ligazón, pues hace falta más fuerza de la que tiene Frascuelo, para confiar en el mando de la muleta en el remate del pase. 


Frascuelo

La guinda del trincherazo mandón y apretado parecía resumir su tauromaquia, cuando hubo más, un detalle, no sólo de gusto, no sólo de valor, sino de excelsa torería cuando se tiró a matar a su segundo toro con todo, con toda su fuerza, con todo su arrojo, con toda su decisión y con todo su pundonor.
La espada entró entera y el torero entregado no se dejó salida, quedando a merced del toro que le arrolló, le tiró al suelo y le buscó con la saña de saberse herido de muerte. Salió el torero con golpes, magulladuras, un raspón profundo en la frente y cierto desmadejamiento, pero con la satisfacción de haber cumplido con su designio de torero que se entrega a su arte.

Frascuelo tras matar y ser arrollado por Testigo

El Pana reventó la plaza en el último toro con sus sorprendentes formas que incluyeron una floreada larga que empieza a volar el capote cuando el toro está galopando a más de veinte metros del torero, continuó con unas heterodoxas verónicas bajando mucho el capote y por tanto castigando mucho al toro, para rematar con un tercio de banderillas en el que el primer quiebro en tablas fue de gran valor y precio, y los otros no desmerecieron. Tanto más sorprendentes los quiebros cuanto que El Pana parece contar con las fuerzas justas, más aún que Frascuelo, para salir de la cara del toro. El resto estuvo dominado por el peculiar histrionismo de El Pana, en el que en ocasiones parece traspasar esa línea fina en la que se mueve, entre la heterodoxia y el ridículo.

Una larga de El Pana

Antes había dejado tímidas señales de su capacidad de asombrar en sus dos primeros, en los que soltó alguna larga de remate de su cosecha propia. Las peñas que en sus toros anteriores reclamaban el INSERSO e incluso llegaron a marcar los primeros compases de “Había una vez un circo”, después del tercio de banderillas le gritaron a coro “Tu sí que vales”, sellando una actuación sorprendente. No hay angustia en el toreo de El Pana, a pesar de su falta de fuerzas, hay ligereza, inventiva y poca ortodoxia.

Gran quiebro por los adentros en tablas


La corrida, interesante para aficionados, que nos desplazamos en buen número desde Madrid, contó con toros de Juan Manuel Criado, procedencia Algarra-Domecq, nobles, flojos y bien presentados y fue muy castigada en el caballo, quizá para ahorrar problemas a sus matadores, con las fuerzas más justas que los toros, pero que a sus más de sesenta años vinieron a mostrar en Guadalajara: el uno la novedad y el otro la torería. Dos maneras de ser románticos del toreo.

Fotografías exclusivas de Andrew Moore
Publicado en http://www.opinionytoros.com/noticias.php?Id=48621 con fotos de Antolín Castro

Comentarios

  1. EVOCACION A “EL PANA” Y SU GLORIA

    “Allá, en Castilla-La Mancha, hubo chance de revancha.”

    En quijotesco carruaje,
    con su puro, su linaje,
    sarape-saltillo al hombro,
    “El Pana”, provoca asombro.

    Ciudad de Guadalajara
    que, en la piedra, se forjara,
    feria excelsa, nada exigua,
    por la Virgen de la Antigua.

    Plaza llamada: “Las Cruces”,
    coso de fiesta, de luces,
    veterano, buen cartel,
    los toros de Juan Manuel.

    Mano a mano, con “Frascuelo”,
    presagio de serio duelo,
    tarde calurosa, en grada,
    tres cuartos hubo de entrada.

    Expectación tras barrera,
    paseíllo de solera,
    vistiendo con gran decoro,
    traje berenjena y oro.

    Bien bordado, muy taurino,
    arte añejo, cervantino,
    Rodolfo Rodríguez, “Pana”,
    oreja corta en España.

    Su pomo de esencias abre,
    con el sexto de la tarde,
    de número ochenta y tres,
    ¡jolines, coño, rediez!

    “Tocador”, burel castaño,
    clase, fijeza en engaño,
    de mucha movilidad,
    ágil, frágil, liviandad.

    Capote de algarabía,
    genialidad escondía,
    “verónicas” y “faroles”,
    “caleserina”, ¡. . . los oles!

    Tres suertes de banderillas,
    fulgurantes, cual cerillas,
    las dos primeras, al quiebro,
    “par de calafia”, ¡celebro!

    Fin de tercio, gran clamor,
    gente de pie, . . . que primor,
    “El Pana”, no guarda nada,
    vuelta al ruedo, ovacionada.

    Muleta que apergamina,
    pinturera tremolina,
    faena, por los adentros,
    que cimbró hasta los cimientos.

    Derechazos alargados,
    naturales hechizados,
    indescifrable toreo,
    excéntrico regateo.

    Un cambiado, por la espalda,
    ajustado, lo respalda,
    midiendo distancia y tiempo,
    “péndulo”, sin contratiempo.

    Se destapó, en suelo hispano,
    el torero mexicano,
    armando la escandalera,
    logra triunfo de bandera.

    Atisbos de magia, . . . embrujo,
    en el redondel, . . . un lujo,
    ¡viejo “Brujo de Apizaco”,
    la lidia su afrodisiaco!

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., 11 de septiembre del 2014.
    Reg. SEP Indautor No. (en trámite)

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  2. EVOCACION A “EL PANA” Y SU GLORIA

    “Allá, en Castilla-La Mancha, hubo chance de revancha.”

    En quijotesco carruaje,
    con su puro, su linaje,
    sarape-saltillo al hombro,
    “El Pana”, provoca asombro.

    Ciudad de Guadalajara
    que, en la piedra, se forjara,
    feria excelsa, nada exigua,
    por la Virgen de la Antigua.

    Plaza llamada: “Las Cruces”,
    coso de fiesta, de luces,
    veterano, buen cartel,
    los toros de Juan Manuel.

    Mano a mano, con “Frascuelo”,
    presagio de serio duelo,
    tarde calurosa, en grada,
    tres cuartos hubo de entrada.

    Expectación tras barrera,
    paseíllo de solera,
    vistiendo con gran decoro,
    traje berenjena y oro.

    Bien bordado, muy taurino,
    arte añejo, cervantino,
    Rodolfo Rodríguez, “Pana”,
    oreja corta en España.

    Su pomo de esencias abre,
    con el sexto de la tarde,
    de número ochenta y tres,
    ¡jolines, coño, rediez!

    “Tocador”, burel castaño,
    clase, fijeza en engaño,
    de mucha movilidad,
    ágil, frágil, liviandad.

    Capote de algarabía,
    genialidad escondía,
    “verónicas” y “faroles”,
    “caleserina”, ¡. . . los oles!

    Tres suertes de banderillas,
    fulgurantes, cual cerillas,
    las dos primeras, al quiebro,
    “par de calafia”, ¡celebro!

    Fin de tercio, gran clamor,
    gente de pie, . . . que primor,
    “El Pana”, no guarda nada,
    vuelta al ruedo, ovacionada.

    Muleta que apergamina,
    pinturera tremolina,
    faena, por los adentros,
    que cimbró hasta los cimientos.

    Derechazos alargados,
    naturales hechizados,
    indescifrable toreo,
    excéntrico regateo.

    Un cambiado, por la espalda,
    ajustado, lo respalda,
    midiendo distancia y tiempo,
    “péndulo”, sin contratiempo.

    Se destapó, en suelo hispano,
    el torero mexicano,
    armando la escandalera,
    logra triunfo de bandera.

    Atisbos de magia, . . . embrujo,
    en el redondel, . . . un lujo,
    ¡viejo “Brujo de Apizaco”,
    la lidia su afrodisiaco!

    Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
    México, D. F., 11 de septiembre del 2014.
    Reg. SEP Indautor No. (en trámite)

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