Un nuevo concepto del toreo se apodera de las plazas de toros y el triunfo
de Álvaro Lorenzo es muy significativo del mismo. Se necesita una mezcla cada
vez más habitual: Un toro colaborador, que embista repetidas veces y sin
aprender del engaño que la muleta del torero significa y a tal fin Viscoso-65
fue un acabado ejemplar de nobleza repetidora. Un torero con desparpajo como Álvaro
Lorenzo que lleva al toro sin obligarle, pero que sabe incluir pases rematados
en sus series. No sobra un público entusiasta, quien sabe si con relaciones de
paisanaje que rellena los tendidos poco poblados. Como remate un presidente que
entiende que la fiesta se dignifica entregando trofeos en forma de orejas al
matador y vuelta al ruedo al toro colaborador.
A hombros por la Puerta Grande de Madrid
La faena de Álvaro Lorenzo fue un compendio del camino que lleva el toreo
en la actualidad. Pases estáticos en los que el toro pasa cerca del torero sin
mayor riesgo, pero que se han impuesto en el repertorio, como los estatuarios o
manoletinas en sus diversas formas. Series en las que el toro dirigido por el
pico de la muleta, pasa lejos del torero en pases largos y lejanos, entre los
que el torero rectifica su posición y el toro va tan poco obligado que dos
series se remataron ¡con un natural! Final de la faena con adornos que en
toreros noveles se magnifican y una estocada baja ejecutada desde la rectitud
del pitón y no del testuz, en la que se abandona la muleta en el embroque para
que el toro continúe humillando mientras el torero sale por el costillar.
Pases estáticos y adornos que entusiasman al público
El natural como remate de una serie periférica
Virtudes, la capacidad de correr la mano el torero acompasando la velocidad
del toro, el señalado desparpajo que denota una agradable frescura y la
capacidad de montar la faena teniendo siempre al toro y el público en la mano.
No son pocos méritos para una faena que marca en Las Ventas el triunfo del
toreo moderno, lo que los clásicos denominaban destoreo, el toreo que no es de
arriba abajo y de fuera adentro, sino justamente al contrario, el toreo que no
domina las dificultades del toro sino que acompaña su nobleza y la sensibilidad
del público y presidente que entiende que ese es el camino de la diversión en
la que debe convertirse el toreo, lejos del dominio del toro que presenta los problemas
de la casta que muchos aficionados entendemos que es la vía para conseguir la
supervivencia de las corridas de toros en este siglo XXI.
David Mora sujetando con majeza al manso
La corrida de El Torero hizo honor a su nombre con unos animales serios de
presencia y nobles hasta la extenuación, salvo el cuarto en el que David Mora
hizo una faena de majeza intentando retener a un toro manso que constantemente
buscaba la huida a su querencia de chiqueros, que fue apreciada por la afición.
La magníficamente presentada corrida de El Torero
captada por la cámara de Andrew Moore
Fotos de Andrew Moore
Un jarro de agua fría, Andrés. Hablo desde Nimes. Me ha gustado Álvaro desde que lo vi de novillero. Y estaba casi celebrando el triunfo. Vale.
ResponderEliminarTu ves muchas faenas de este estilo a lo largo de la temporada, pero a mí me dejan completamente frío. El toro era muy noble y sin ningún picante, bravo si se quiere por repetidor y acudió al caballo con alegría, igual que embistió, con alegría pero sin poder. La faena fue académica de estas nuevas promociones de las escuelas que se empeñan en alargar el viaje del toro para lo cual lo más fácil es ponerse al hilo y echar la muleta con el pico para adelante, rematando bien lejos para volver corriendo a ponerse al hilo. Eso cada vez gusta más, pero ahora se tiene por el canon del toreo y quizá tenga que ser así, pero a mi me parece falto de interés, del interés que da el riesgo del toro y la finura del toreo. Estas faenas standard tan del gusto del público y de los amigos de los toreros, que ayer llenaban Las Ventas me dejan frío. No es cuestión de comparar, pero la última vez que recuerdo que un torero corta tres orejas en una corrida a salvo de los dos días de José Tomás fue Antoñete el día de Cantinero de Garzón, la desproporción entre los trofeos de estos días y los de ayer es tremenda. En fin, cosas de aficionados insatisfechos. Un abrazo Unknown.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Andrés de Miguel. Este tipo de faenas que se basan en dar muchos pases, pero ninguno excelente,me aburre en demasía y me echa de las plazas.El pegapasismo, y el bieen en lugar del Oleee, es lo que se impone.
ResponderEliminarYo le llamo el toreo de los ferroviarios, como los antiguos jefes de estación. Se colocaban en el andén con el banderin y a ver pasar el tren. Ni lo hacen descarrilar ni los cogia
ResponderEliminarNo es tanto que no den ningún pase bueno, Bragaomeano, que dio algún buen natural y la serie de adornos del final, sino que lo que prima, como bien dices, es que el toro se mueva mucho y se sustituye la calidad de la emoción del buen toreo por la diversión inocua. Gracias.
ResponderEliminarPues es un buen nombre Rafa, pero me gusta más el nombre que Rafael El Gallo le dio a los estatuarios. El pase del Celeste Imperio, porque servía para engañar a los espectadores como a los chinos. Gracias
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