Un
natural puro, canónico, expresivo y bello. Un natural dando el medio pecho, a
media distancia del toro, adelantando la muleta, templando la embestida y
rematando detrás de la cadera. Y todo ello con la figura erguida, el cuerpo sin
tensión, descolgado según el lenguaje taurino, sin retorcimientos ni alharacas.
Un natural puro.
No
fue un natural aislado sino dentro de una faena bien planteada y bellamente
resuelta a un toro de una feria de tercera categoría, como corresponde a
Valdemorillo, pero con trapío, con fuerza suficiente y que manifestó su bravura
en el caballo. Ayudados, derechazos, naturales, pases de pecho, uno de ellos
buenísimo, trincherillas, todo fluyó con continuidad, como anteriormente los
lances de capote, sin encimismos, sin arrebatos en el ruedo, que para eso
estaba el público. Mató de bajonazo.
Un
público entregado a Juan Ortega, al vacilante Talavante y al poco singular Ginés
Marín, pero sólo Ortega tuvo la decisión y el gusto de intentar torear bien y
le tocó el único toro solvente de un encierro de Núñez del Cuvillo, anovillado,
falto de trapío, sin fuerzas para embestir, sospechoso de pitones, propio, en
fin, de una plaza festivalera donde la exigencia y el respeto al rito brillan
por su ausencia.
Tuvo que venir Juan Ortega a respetar e imponer respeto al rito taurino que exige un toro bravo, un torero inspirado y una ejecución pura, sin ventajas, ratimagos ni artificios, con la serenidad de quien, según la expresión clásica, tiene algo que decir y lo dice.
NOTA: En la primera redacción apareció el adjetivo mostrenco referido a Ginés Marín,. Ha sido un error por utilizar mostrenco como sinónimo de común, poco singular o general. Por un comentario de Araceli Guillaume, que agradezco, me ha hecho repasar el diccionario de la RAE, donde mostrenco aparece en el lenguaje coloquial como ignorante, que en ningún caso es mi opinión, ni mi intención.
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