LA CIENCIA ABRE CAMINOS A LA TAUROMAQUIA. EL DOCTOR EN VETERINARIA FRANCISCO JIMÉNEZ EN LA TERTULIA DE JORDÁN
Francisco Javier Jiménez Blanco, doctor en veterinaria con una
tesis acerca de la “Influencia de neurotransmisores como la serotonina y la
dopamina en el comportamiento del toro de lidia”, fue el invitado de la
Tertulia de Jordán el pasado martes 28 de marzo.
Francisco J. Jiménez en la Tertulia de Jordán
Derrocha actividad y la transmite en su conversación que
aunque fluye tranquila, recorre numerosos ángulos de la crianza y el
comportamiento del toro de lidia, desde la genética, la manipulación o la
alimentación, hasta las compras y cruzas de las ganaderías, con un gran archivo
en su cabeza de hechos y recuerdos que son historia viva de la ganadería brava.
Gran aficionado, aparece feliz de dedicarse profesionalmente a
su gran pasión. Sevillano recriado en Madrid, ha sido veterinario en Las Ventas
y La Maestranza y actualmente ejerce en la plaza de Guadalajara.
Francisco Javier Jiménez Blanco
en la Tertulia de Jordán
Su interesante tesis doctoral, que presentó en 2015, viene a
demostrar que dos neurotransmisores, los llamados serotonina y dopamina, están
en relación inversa en el toro de lidia y si aumenta uno, disminuye el otro. El
interés de ellos estriba en que a menor serotonina, mayor acometividad, es
decir mayor casta y el nivel de serotonina es prácticamente constante a lo
largo de la vida del toro, por lo que desde muy temprana edad se puede conocer
la acometividad que tendrá cuando se lidie en la plaza.
En sus estudios, los toros encastados en Domecq, Murube o
Nuñez tienen menor acometividad (léase casta), que los encastados en
Albaserrada, Contreras o Urcola, como sabemos de manera empírica cualquier
aficionado.
Toro de Vellosino con López Simón en Las Ventas 2015
Foto de Andrew Moore
La posibilidad de objetivar científicamente comportamientos, abre unas posibilidades increíbles a la hora de seleccionar por los ganaderos y valorar por los aficionados.
Un viejo sueño mío, que ha sido el de tratar de objetivar el comportamiento de los animales en la plaza, pues abriría múltiples posibilidades a la hora de definir y valorar los toros bravos y su comportamiento, arrumbando los viejos tópicos del “Ha servío” o “Ha sío a contraestilo” y sustituyéndolos por parámetros valorables y cuantificables, se abre camino con trabajos científicos rigurosos.
Toro de Adolfo Martín en Las Ventas 2015
Foto de Andrew Moore
Estudios sobre el comportamiento de los toros en la plaza
medidos a través de diversos parámetros objetivables, son otras de sus ocupaciones
junto con la nutrición animal que es su especialización profesional.
Curiosidades como la descubierta por el profesor Javier Cañón,
comentada en las conferencias de “Los de José y Juan” que salió en la
conversación y que afirma que genéticamente los toros mexicanos de saltillo, no
tienen relación con los saltillos españoles o los descendientes del encaste
Picavea de Lesaca, origen del mismo, desmontan creencias firmemente asentadas y
abren numerosas posibilidades.
Cuestiones acerca de los Colegios Oficiales de Veterinarios o
la Unión de Criadores de Toros de Lidia, su opinión negativa acerca de las
fundas que considera una manipulación no contemplada legalmente y comentarios
acerca de la ascensión y caída de diversas ganaderías, salpicaron la
conversación entre aficionados interesados en la mejora y supervivencia de la
tauromaquia, para la que los trabajos de Francisco J. Jiménez contribuyen de
una manera importante y apuntalan la creencia en un mejor futuro para las
corridas de toros en el siglo XXI.
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