Aprender a ver o mirar los toros
es un ejercicio difícil, costoso y hasta en bastantes ocasiones aburrido. Lleva
tiempo y trabajo, y la tarea necesita de una inmensa dosis de afición. Con todo,
nunca se consiguen avances importantes y trascendentes, sí aproximaciones más o
menos veraces…
De hecho se suele decir que
quienes únicamente saben de toros son las vacas, y ¡que cierto es! Sin embargo,
la práctica o la insistencia en descubrir que esconde la bravura facilita una
serie de conocimientos y crea una relación de familiaridad de tal magnitud que
capacita con solvencia para discutir comportamientos, actitudes y pronósticos.
Antonio Chenel en Antoñete. La Tauromaquia
de la Movida. Javier Manzano. Reino de Cordelia. Madrid 2011 pag 46
Fotos tomadas del blog del mismo nombre
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