Poema de José León con el que la esposa de
Víctor Barrio quiso homenajear al diestro y su vida junto a él en las redes
sociales: "Cómo me gustaría creer que hay una gloria para todo aquel que
pierde la vida en las astas de los toros. Si no es así, descansa en paz allá
donde estés, que nosotros los poetas nos encargaremos de hacerte inmortal",
No hay justicia en el mundo de los toros como, por lo demás, no hay
justicia en la vida. La suerte buena o mala se reparte sin ton ni son,
aleatoriamente, te eleva o te hunde, en casos extremos te mata, como a Víctor
Barrio.
Torero modesto, de pura afición, sin antecedentes familiares,
sin cercanía a ganaderos, toreros o apoderados de postín. Torero a puro huevo.
Cuesta hacerse un hueco entre todos los novilleros, cuando la
cercanía al toro pasa por los encierros de los pueblos de Segovia, pueblos con
mucha afición y pocos medios, pero Víctor Barrio se entregó a su afición y fue
torero, matador de toros, y antes novillero de postín. Novillero de pocas
corridas, muchas de ellas en Madrid, siempre tan duro para los toreros, donde
un toro te puede encumbrar, pero estás demasiado en el punto de mira y el
torero tiene que hacerse despacio, aprendiendo de sus éxitos y de sus errores.
En Las Ventas
Ese mismo escaparate de Madrid le midió de matador. Víctor
Barrio tenía un toreo vertical, de dejar llegar mucho al toro, de gran belleza
plástica cuando podía mandar al toro. Su toreo era como un diamante en bruto,
se adivinaba su valía, pero al diamante había que pulirlo, había que montarlo
en una joya que lo realzara y envolverlo en un estuche adecuado.
En Valdemorillo
Este era el camino que iba recorriendo Víctor Barrio y ese es
el resumen de la carrera de un torero hasta llegar a figurar entre la élite,
entre los toreros de ferias, pero la suerte, mala suerte, se cebó en el torero antes
de llegar a ser figura.
Víctor Barrio y El Pana
Era su tercera corrida de la temporada, antes había estado en Valdemorillo
y Madrid, había entrado en Teruel y tenía prevista otra corrida para agosto y
luego, como casi siempre, quizá El Burgo de Osma y los pueblos de Segovia,
Sepúlveda, donde vivía, Riaza donde se le quería, Cantalejo con su feria de
varias corridas. Un duro camino para llegar a las 8 ó 10 corridas que le
permitieran seguir puliendo su toreo, seguir intentando cambiar su moneda.
En Riaza
Pero la muerte le estaba esperando en Teruel, una cogida
fortuita, una caída habitual, una cornada casual y un corazón partido, una vida
cargada de sueños y esperanzas que desapareció sin que seamos capaces de
entenderlo.
El féretro de Víctor Barrio
por las calles de Sepúlveda
Descanse en paz Víctor Barrio, torero, matador de toros
bravos.
Un digno homenaje aun torero modesto que podría haber llegado a figura.
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