La visita de una
ganadería es una experiencia interesante para un aficionado. La mirada, la mía
al menos, aguzada en la plaza para distinguir hechuras, tamaños, hondura, trapío
en definitiva, no está preparada para calibrar los toros en el campo. Se
precisa tiempo, entrenamiento, costumbre, y eso, dando por hecho si no el
conocimiento, sí al menos la experiencia.
En Fuente Ymbro, con el pantano al fondo
La finca Fuente Ymbro,
donde están los toros y novillos de saca de la ganadería para este año, es una
gran extensión de terreno ondulado, que linda con el pantano de Guadalcacín, con
unas vistas más bellas a las colinas y montañas enmarcadas por el agua del
pantano, que a la finca propiamente dicha, donde se suceden los cercados que
rodean a un corredero, donde mueven a los toros para sacudirles la modorra, que
inevitablemente debe producir la plácida vida del que espera su turno en la
corrida a la que ha sido destinado.
Toro para Pamplona
Los toros apartados
para Pamplona, ya se sabe los más grandes, me dicen. Para Madrid, esos de allí,
y la vista se me va a un singular ensabanao. Estos otros son para Sevilla, más
bonitos dicen y más chicos pienso. Los de Valencia, más cómodos, como manda el
tópico. En el otro corral unos novillos, que, de cerca, me parecen toros y más
allá unos toros para plazas de segunda, me comentan. Vueltas y revueltas entre
toros serios, pitones enfundados, miradas desconfiadas, toros imponentes sin
bajar del coche, que no quiero ni pensar como los vería desde el suelo. Luego
en la plaza, cuando se lidien, las cosas volverán a su ser, los toros estarán
en la escala que estoy acostumbrado a ver, en el campo es otra cosa.
Finito de Córdoba con una becerra
La tienta de tres vacas
por Finito de Córdoba, torero de la casa, Saúl Jiménez Fortes y Jesús Duque,
quienes matarán la cercana corrida de Valencia, entra dentro de lo conocido: capote
para bregar, acometividad en el caballo, largas embestidas en la muleta,
codicia unas, docilidad otras, acometidas más imprevisibles por la casta,
fijeza, templanza, la gama de las reacciones de la bravura moduladas por las
características de cada animal, los novilleros que esperan permiso para dar
unos muletazos, la seriedad en el ruedo, “ábrela más a ver si va”, “remata
abajo que ya se levantará si se cae”,
son las breves instrucciones del ganadero, quien luego decidirá si las aprueba
y el semental al que las mandará en ese caso y a saber los hijos que tendrá y
las notas de su familia y dará otra vuelta más al árbol de la vida y la casta
brava.
Becerra galopando hacia el picador
Dentro de unos años,
quizá sin saberlo, vea un toro en una corrida que despacharé con un bien, mal o
regular o sin comentarios, sin ver la relación que tuvo con aquellas vacas que
se estrellaban contra el peto del picador en dura defensa, sin saberlo, de su
propia vida.
Bonito ensabanao para Madrid
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