La belleza basada en la emoción del dominio del torero
frente a la agresividad del toro es la máxima aspiración de los aficionados a
los toros. En el año en el que se cumplían 25 de la aparición luminosa de
César Rincón en Las Ventas, la belleza apareció de la mano de Paco Ureña en su
faena a Ojibello de El Torero. Fijar la posición en rectitud del toro,
obligarle a desviar la embestida, rematar el muletazo detrás del torero y
hacerlo con decisión y gusto, es lo que algunos vamos buscando en las muchas tardes
que nos sentamos en los incómodos tendidos de las plazas de toros.
La belleza en la faena de Ureña a Ojibello-40 de El Torero
Camarín-37 de Baltasar Ibán, noble y bravo
La nobleza brava de Camarín, el Baltasar Ibán que lidió Alberto
Aguilar, marcó el listón de la bravura en una feria en la que hemos disfrutado
la nobleza codiciosa de Malagueño de Alcurrucén, a quien David Mora realizó una
emocionante faena en su vuelta a Madrid tras su grave lesión, y la nobleza
dócil de Dalia de Victoriano del Río que propició la mejor faena de José María
Manzanares en Madrid.
David Mora despide a Malagueño-1 de Alcurrucén
José María Manzanares mata, en la suerte de recibir,
a Dalia-56 de Victoriano del Río
Una feria con muchos ingredientes, con la presentación de
Roca Rey, quien parece llamado a ocupar un lugar de privilegio. Con la
tauromaquia difusa de Alejandro Talavante capaz de mucho y de nada, que dio con
la tecla de Tramposo de Nuñez del Cuvillo. Con López Simón que sigue en su
pelea. Con la recuperación de las ganaderías llamadas duras, que han echado
toros sueltos aunque no han conseguido brillar. Con los picadores, quienes no
acaban de entender que su papel en la tauromaquia consiste en ser parte del
espectáculo y la lidia, y para ello deben hacer bien la suerte y repetirla
cuantas veces sea preciso para mostrar la bravura del toro, sin recargar en las
varas y sin destrozar al toro con sus alevosos puyazos traseros. La aparición
de la bravura asilvestrada de Saltillo, permitió vislumbrar como serían los
toros de hace más años de los que muchos llevamos asistiendo a la plaza. El homenaje a Victorino Martín fue la reafirmación de la importancia de la casta brava, en la persona que lo ha representado desde la segunda mitad del siglo XX.
Victorino Martín Andrés recibe el brindis de El Cid
y el homenaje de la afición en Madrid,
en el 50 aniversario de la creación de su ganadería
El público disfruta con la noble docilidad de los toros y
las figuras de proyección mediática y los aficionados pedimos bravura encastada
y toreros que la dominen. La tensión entre estas dos maneras de entender la
tauromaquia, puede ayudar a dinamizar la fiesta de los toros y que encuentre la
aceptación social que merece o puede disolverse en un espectáculo vacuo, estigmatizado
como perteneciente al pasado y rechazado por los jóvenes, o peor aún, anclarlo
en un bando de la política enfrentado, por lo tanto, a otros y sometido a los
vaivenes partidistas o ideológicos, como parece que les gustaría a algunos que,
henchidos de patriotismo ful, no paran de gritar vivas a España en la plaza, como
si eso resolviera algún problema de España o de la tauromaquia.
Fotografías de Andrew Moore
Escribano-33, el impresionante Miura de la última corrida de la feria
Fotografías de Andrew Moore
Coincidimos con su resumen sin duda. Hay una sensación como de encrucijada. Sin duda debe volverse a los toros vistos a partir del toro, llegando al torero capaz de dominar al toro toro, sin "echar" de la fiesta aquello que no encaje con las ideas preconcebidas, que seria quitarle toda la variedad y el element de sorpresa. Falta esa figura con poder para torear distintos tipos de toros y romper los compartimentos estancos. Veremos a ver.
ResponderEliminar