La decisión de Fandiño recorrió la plaza en la faena al quinto toro de la
áspera corrida de Alcurrucén. Codicioso, el toro punteaba la muleta y Fandiño
imprimía al trasteo un sello de entrega excesivamente acelerada. Con la muleta en
la izquierda, instrumentó una serie más templada, más armónica, más acorde con
las esperanzas del público.
Fandiño al natural
Sale Fandiño de la serie con la plaza expectante, a punto de caramelo si se
permite la metáfora culinaria tan de moda actualmente, hay que acabar la faena
en alto para dejar una obra bien construida, el pitón izquierdo parece el idóneo
para rematar con una serie o dos buenos naturales sólo, incluso uno bien macizo
y un remate acorde, y, de repente el torero se cambia la muleta de mano, cita
al toro por el pitón derecho, este se muestra renuente en la embestida y lo que
podía ser un final de triunfo se desinfla. Acaba con las célebres bernardinas
con las que nos castigan todos los días unos u otros, y se entrega matando al
toro en la cara, sin cruzarse, arriesgando lo que no arriesgó en la fallida última
serie.
Las evitables bernardinas
El Juli al que muchos le achacan la culpa de muchos de los males que tiene
actualmente la tauromaquia, probablemente con razón, tuvo una actuación muy protestada
con su primero, un cinqueño con aspecto de novillote y dócil deambular y otra
basta, fea y sin conseguir resolver los pequeños problemas que planteaba el
toro en el cuarto. Talavante estaba en el día del no.
Despedida del palco
Como siempre en los últimos años, la corrida de la Beneficencia defraudó
las expectativas que se crean artificialmente en torno a ella, aunque mantuvo el
interés de visualizar la despedida del inquilino del palco real, quien siempre
ha demostrado su apoyo a la tauromaquia.
Fotos de Juan Pelegrín tomadas de Las Ventas.
Publicado en http://www.opinionytoros.com/noticias.php?Id=47224
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