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EL APUNTE DEL 1 DE MAYO EN SEVILLA

EL RELATO DE LA TAUROMAQUIA

Está de moda el concepto del relato. No vale con hacer algo, para que los demás lo entiendan hay que dotar al hecho de un relato. Eso que a veces se descubre con mala pata, ¿quién no se acuerda de la “niña” de Rajoy?, dota de armazón y de sentido la actuación.
Pues bien, en la tauromaquia no ha llegado ese concepto con carácter general. Así la interesante corrida de Montalvo en Sevilla, con tres toros bravos, dos que tenían sólo cierto interés y cayeron en el lote de Silveti y un garbanzo negro que abrió corrida, se perdió entre toreros que no supieron enganchar en sus formas al escaso público que nos repartíamos por la mitad de la plaza, sobrellevando el calor africano al escandaloso precio de las entradas en Sevilla.
Juan del Alamo, ya que no arma un relato, por lo menos tiene sitio delante de los toros y los domina, aunque no estructure bien las faenas y se pase de ayudados por bajo que rompieron mucho a su primer toro o intente montar series a favor de querencia al otro que se rajó. Nazaré parece amontonar pases para que alguno le salga bueno, aunque se deje ir el toro de la corrida, al que no faltarán los que digan que perdió una oreja por la espada y Silveti, a falta de saber que hacer, se decidió a torear como su tío Alejandro, que no es poco eso de cuando no se sabe que hacer, poder elegir entre lo que hacía su padre, su tío, su abuelo o su bisabuelo, todos ellos matadores de postín.

Lo que parece que va cuajando es el relato de los picadores, y así varios intentaron tirar el palo, no rectificar, no recargar y darle salida al toro, todo un logro que parece provenir de dotarle de progresiva importancia a la suerte de varas… y saber contarlo.  

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