Paco Ureña, para muchos aficionados el triunfador de San Isidro por su estilo de torear muy centrado con el toro, habla pausado, convencido de lo que dice, reflexivo. Su cabeza parece guardar más impresiones de las que sólo deja salir una pequeña parte. A pesar de ello, lo que dice rezuma sinceridad tanto en el plano personal como profesional. Como en su toreo, no se esconde y charla a corazón abierto pero sin desgarro, con pausa, con mesura, se diría que, incluso, con compás. Paco Ureña en la Tertulia de Jordán, acompañado de su jefa de prensa Eva Peña Su discurso es aparentemente sencillo: “Asumo riesgos al torear porque sólo me interesa torear así”. No alardea de pureza, ni de verdad, en realidad no alardea de nada. Si es cierto que se torea como se es, Paco Ureña es serio, incluso severo, aparenta estar convencido tanto de lo que dice cómo de lo que hace y no parece querer convencer a nadie. No define una tauromaquia, ni pretende ser heredero de nadie y ni tan siquiera