Gómez del Pilar es uno de los tapados, de esos toreros con capacidad lidiadora, valor y elegancia formal, a quien sin embargo le cuesta salir del circuito de las corridas duras, donde te juegas no solamente la cornada, sino también los contratos a cara de perro. Bien valorado por los aficionados, suena poco en los despachos donde se cuecen los carteles y los cambios de cromos, en los que es difícil entrar sin las cualidades de una gran expresividad plástica, un toreo resultón o la pertenencia a una gran casa que entra en el reparto del menguado botín que hoy día son las ferias taurinas. Gómez del Pilar en la Tertulia de Jordán, en Casa Salvador, donde acudió acompañado de su padre Ligado al mismo apoderado desde su etapa de novillero, prefiere sufrir los desaires del sistema por estar arropado con la confianza de tantos años, con la esperanza de poder tocar la tecla de repetir sus buenas faenas en plazas de importancia, para alcanzar el puesto que le corresponde por su capacid...