La gloria estaba detrás de la embestida destemplada y áspera de Francachelito-125 de Domingo Hernández, ganadería cuyos tres últimos toros resultaron interesantes para el aficionado. Ponce tenía ayer la oportunidad, no de pasar a la historia en la que ya está con orla de honor por toda su trayectoria, sino de hacer una faena que quedara para la historia de los toros. La faena de un matador, figura desde su presentación de novillero, que ante un toro áspero y destemplado rinde su embestida y le hace pasar por los dos pitones. No se trataba de llevar suavemente una noble embestida. Se trataba de solucionar los problemas con la lidia adecuada y Enrique Ponce tiene sobrados argumentos para hacerlo. Ya en su primer toro había salido al centro de platillo para recoger al manso ahorrando tantos capotazos inútiles y carreras como son habituales cuando el toro se sale del guion. Cuando se enfrentó con la muleta a Francachelito había cierta expectación entre muchos, como cuando...