Jóvenes valores, promesas con varios años de travesía del desierto, maneras basadas en el
buen gusto, profundidad, buenas faenas probadas en su haber, en fin, muchas de
las cosas que añoramos muchos aficionados sometidos al adocenamiento imperante,
se juntaban en las características de los toreros del domingo de Resurrección
en Madrid, en las antípodas de la fiesta del clavel sevillano del mismo día.
Juan Ortega tiene gusto y enjundia
El mal tiempo, malísimo, frío, viento, destemplanza y la mala
corrida de El Torero que tan buenas tardes ha echado los dos últimos años en
Madrid, pudieron con las esperanzas.
Los que vivimos del detalle podemos hablar de Juan Ortega, de
su compostura, de su hondura incluso, de su buen concepto a la hora de rematar
los pases, pero no parece Ortega un torero de largo aliento, sino de tardes
escogidas, momentos puntuales, series excepcionales, bellos remates. En su
haber la mejor faena en la que gustó el quite por verónicas, en su debe el
gusto por el pico para hacer girar los toros a su alrededor sin un claro
embroque. Le tocó el mejor toro de la tarde al que despenó de un bajonazo.
Pablo Aguado, maneras clásicas
Pablo Aguado tuvo un toro mejor, el sexto, y otro peor, el
tercero, y a ninguno de los dos supo buscarles las vueltas para sacarles
faenas. Aguante, buena muñeca, decisión, pero poco fruto. David Galván sorteó
los dos toros más flojos que estuvieron más pendientes del suelo que de la
muleta.
David Galván ante los claudicantes El Torero
Tres toreros estimables que nos darán buenas tardes, pero que
no me parecen el relevo que la fiesta necesita. Demasiado pendientes de
componer la figura, demasiado deseosos de que el toro sea obediente, demasiado
conformistas, demasiado “no ha podido ser”, demasiado “cuando el toro se ha
dejado le he arrematao los muletazos”, quizá sea un signo de los tiempos, pues
tampoco los tendidos pierden mucho tiempo en valorar las condiciones del toro
ni la capacidad de resolver problemas del torero.
Interesante corrida del domingo, bellas ejecuciones, buenas
promesas, pero ausencia de relevo.
Fotos Andrew Moore
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