Las diatribas contra las corridas de toros, son tan antiguas como ellas. La defensa de los aficionados también. Los argumentos se repiten y las formas son igualmente insultantes por parte de los detractores, como mesuradas por parte de los defensores.
Valentín Moreno, vicepresidente de la Unión de
Bibliófilos Taurinos, ha tenido la gentileza de dedicarme la edición de una
defensa de las corridas de toros de finales del siglo XIX. (Origen, carácter y
vindicación de las corridas de toros. Discurso pronunciado por D. Faustino
Sáncho (sic) y Gil en el Círculo Mercantil, industrial y agrícola de Zaragoza,
en la noche del 6 de diciembre de 1889. UNIÓN DE BIBLIÓFILOS TAURINOS. MADRID
2021).
Más allá de la curiosidad de dicho discurso, que recoge una historia de las corridas de toros con los aciertos y errores de la época, tiene algún ejemplo curioso que no me resisto a mostrar: “Pedid a la estadística (dice) el número de diestros que han lidiado en Zaragoza, en un período de diez años y el número de veces que expusieron su vida. Sacad el tanto por ciento de las muertes acaecidas; y encontrareis un cero.
Tomad una cifra de albañiles igual a la de los
toreros que han trabajado en Zaragoza en un período de diez años; sacad el
tanto por ciento de las muertes acaecidas y (…) no encontraréis un cero”
explica para quienes ven censurables las corridas de toros por el riesgo de la
vida humana.
Lo verdaderamente interesante me parece el prólogo
de Valentín, donde además de poner en su contexto el discurso de Faustino
Sancho y su propia figura, hace un
repaso a la introducción de las corrientes animalistas como crítica a las
corridas de toros, que en España tuvieron su origen en la primera Sociedad
Protectora de animales y plantas, fundada en Cádiz en los primeros años de la
década de 1870, por una rica viuda inglesa, por hacer honor al tópico, que
obtuvo influencia en la élite gubernativa de la ciudad, sin duda influida por el
cosmopolitismo y el dinero de las familias británicas establecidas en la zona.
Bajo dicho patrocinio se editaron y difundieron escritos en contra de las
corridas de toros, que fueron contestados por eminentes aficionados en
polémicas en las que participaron tanto integristas como Sánchez de Neira, como
esteticistas como Mariano de Cavia “Sobaquillo” que dieron altura a la
discusión.
Dentro de esta polémica se inscribe el discurso, que
en palabras de Valentín Moreno “Opta por un modo elegante, erudito pero nada
seco, jugoso, de ser vindicador de los festejos taurómacos sin necesidad de
denostar y descalificar, según la norma antitaurina de aquel antaño y el actual
hogaño”, “El peso del decurso en la evolución del festejo, en su uso social, es
lo que da razón de ser a su vindicación, el fundamento histórico (…) la
posición ideológica de don Faustino, opuesta totalmente a la de Cavia o
Velarde, da todavía más valor a su enaltecimiento del toreo pues refleja lo que
ha sido siempre la fiesta de toros, algo muy del pueblo, y por tanto
representarse en la afición una pluralidad sociopolítica donde siempre han cabido
todas las ideologías”
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