Colocada entre los éxitos de Sevilla y la incógnita madrileña, la Feria del Aficionado organizada por el Club Taurino 3 Puyazos ha mostrado la belleza de la casta brava en todo su esplendor, el sentido último de un espectáculo como la corrida de toros donde el dominio del torero, no exento de riesgo, consigue mover la emoción de los espectadores, en este caso curtidos aficionados venidos de muchas partes del mundo taurino, mostrando la belleza y el peligro del toro que exhibe su casta.
Bilbatero, un
torrente de casta.
El toro que dio carácter a la corrida se lidió en 5º lugar, un
toro alto y por tanto algo desgarbado, que se abalanzó
sobre el caballo en cuatro ocasiones donde Juan Francisco Peña lo templó colocando
la vara arriba, sin rectificar, ni recargar, ni barrenar. No ahorró el toro
señales de manso, escarbando, escupiéndose del caballo, pero volviendo a tomar
la vara y estrellarse contra el peto siempre que le colocaron. Damián Castaño
le dio sitio y distancia, dirigiendo la embestida sin obligar al toro, que se
creció pase a pase, serie tras serie, con una codicia torrencial, sin dar
apenas descanso al matador, quien aguantó a pie firme, en los medios, dando las
ventajas al toro al que ofreció siempre la muleta. Un espectáculo la veloz
embestida sin reservas, la repetición incansable del toro ante la muestra del
engaño, la rememoración de la casta que justifica la existencia de las corridas
de toros. Fiel a su condición de manso encastado, donde la casta ponía el
interés, fue a morir a la cercanía de la puerta de chiqueros, de donde, en un
último arreón antes de claudicar, se alejó unos cuantos metros retrocediendo
apoyado casi solo en sus cuartos delanteros. Una casta que homenajeaba a sus
ancestros, quizá más fieros que bravos.
La corrida llamada desafío entre dos ganaderías tan distintas
como Dolores Aguirre y José Escolar se resolvió como uno de los mejores
espectáculos de los últimos años.
Tres toros bravos de Escolar, de distinto temperamento, El 2º
con movilidad, el 4º de nombre Caprichoso muy bravo y el 6º noble, al que Ángel
Sánchez le dibujó algunos bellos naturales, dieron gran juego que los matadores
aprovecharon de acuerdo a sus capacidades y con una gran entrega. La mejor vena
de la bravura de la ganadería de albaserradas llena de acometividad y nobleza.
La mitad de Dolores Aguirre fue un muestrario de las
expresiones de la casta. La avalancha de casta de Bilbatero fue acompañada de
la bravura del primer ejemplar, Guindoso-23 merecedor de mejor recuerdo y la mansedumbre
del tercero, como si fuera una paleta cromática con los tres colores básicos
para la ganadería brava.
Una corrida heroica
La corrida de Reta propiciaba un viaje en el tiempo, a la
época heroica donde vencer la fuerza y reserva de los toros navarros, obligaba
a esfuerzos al alcance de muy pocos privilegiados que aunaban valor,
conocimiento y decisión. A diferencia de los héroes de los tiempos heroicos,
ahora existe el peto para desgastar al toro desde los caballos y la seguridad
de la penicilina en caso de percance.
Los toros de Reta son un recuerdo difuso de lo que debió ser
la casta navarra, de mayor tamaño y menor movilidad de lo que cuentan las
crónicas, pero cuya bravura resulta difícil de rastrear por más que desde la
corrida de toros de más de seis años lidiada en Ceret hace dos años, hasta los
cuatreños de este domingo, los toros hayan acudido con más presteza a los
caballos. El sobrero era el que quizá más se acercaba a las láminas y
comentarios de La Lidia sobre los toros navarros y en su salida recogió algunos
pitidos por su presentación, como reminiscencia de uno de los motivos de su
desaparición de los ruedos.
Sánchez Vara, siempre tan solvente y Octavio Chacón que dio la
mejor versión de sus temporadas de éxito, protagonizaron una corrida heroica,
insisto, en la que no encontraron momento de tranquilidad y alcanzaron el final
visiblemente fatigados y satisfechos de haber superado uno de los retos más
duros de su carrera.
Los toros listos y los toreros heroicos fueron un gran colofón
de la feria organizada por los aficionados para los aficionados, como dice su
lema, donde apareció la casta, la dureza, la bravura, el valor y el oficio de
los toreros, las cuadrillas, los picadores, la belleza de la suerte de varas y
el placer de los espectadores que disfrutamos con todo ello. ¡Ah! Y todos los
toros acudieron al menos tres veces al caballo.
Fotografías de Andrew Moore
Comentarios
Publicar un comentario