La actuación del valiente Diego San Román, exponiendo su integridad ante el fiero Judío-113 de Fuente Ymbro me alienta una reflexión acerca del significado y reconocimiento del valor en los toros.
Se dice y repite como un mantra que el valor es necesario, pero que el valor sin conocimiento es temeridad. San Román tuvo valor y conocimiento, se la jugó limpiamente ante su toro, le aguantó las tarascadas, afirmó sus pies, sólo abandonó su posición instantes antes de que los pitones del toro llegaran donde estuvo colocado un momento antes, presentó su muleta que el toro apartó con fiereza y no se dejó ganar la partida aunque el toro tampoco se entregó. No fue temeridad, sino valor en su más prístino sentido.
El reconocimiento del público al valor del torero es rácano. Poco más se podía hacer con ese toro y el riesgo asumido por el torero era claramente mayor que la esperanza en la gratitud del público, que sin embargo aplaude embelesado cuando un toro se desplaza con mucho menor riesgo siguiendo con docilidad la muleta del torero, a veces a una prudente distancia.
El toreo es la fiesta del valor, pero el valor no paga, no da recompensa inmediata y no sólo por parte del público, también por parte de los aficionados, quienes entienden el valor pero no lo aprecian para otorgar un triunfo por ello.
La relación entre esfuerzo, capacidad,
valor, calidad expresiva y su recompensa no está clara y finalmente sólo
alcanzan premio aquellas actuaciones que llegan al gran público, que en la
mayoría de los casos, no siempre por suerte, están más basadas en la docilidad
del animal que en el valor y la capacidad del diestro, más sustentadas en la
expresividad de las formas del torero que en la manera de resolver las
dificultades de un comportamiento áspero del toro.
Si los aficionados no gratifican las
actuaciones de valor y el público no las entiende, la afirmación de la
importancia del valor para torear queda en entredicho y los toreros valientes
quedan relegados en favor de otros toreros con más técnica o más expresividad
Fotos de Andrew Moore
Muy buena reflexión y buen momento para poner el foco en el verdadero valor de los toreros, cuando como dice la crónica es un valor basado en el conocimiento y no en el artificio.
ResponderEliminarMuchas gracias ausenciademalicia
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