Lo
que podía haber sido un apoteósico fin de semana torista que cerrara la feria
de Bilbo, se quedó en nada o en poca cosa debido al escaso juego y emoción de
los toros. Sólo Interesantes y, por tanto, algo frustrantes las dos corridas.
Ambas fueron corridas de tres y tres. Tres flojos y tres nobles de La Quinta y
tres toros que embistieron de Victorino y otros tres con menos voluntad. Nada
extraordinario en ningún caso.
Paseíllo de la corrida de Victorino. Urdiales, El Cid y Bolívar
Se
ha quedado la feria de Bilbao, que tanto
prometía este año, sin grandes triunfadores, ni de toros ni de toreros, por más
que Perera hiciera lo que muchos consideran una gran faena que acabó mal con el
lío de la petición del indulto.
El cornalón Carjutillo (sic) de Samuel Flores.
Lidiado por Enrique Ponce en 2003
Tampoco
hubo traca final en el fin de semana, cuyo morbo estaba en el encuentro entre
Fandiño y El Juli con toros de La Quinta. Juli tuvo un toro excesivamente flojo
y otro, el cinqueño de su lote, del que no se fió y le dio cera en el caballo,
quedándose con unas embestidas al paso. Fandiño aplicó a los dos nobles toros
de su lote su tauromaquia de mucho enfrentamiento, pero escasos resultados, que
llama a la emoción pero acaba deparándole algún percance. En esta ocasión se
retiró a la enfermería con visibles dolores en la muñeca izquierda. El toro
bueno de la corrida le cayó en suerte a Ferrera quien hizo una faena
desangelada por la derecha, retirando la pierna para que el toro pase con mayor
facilidad, que se le volvió en contra cuando quiso aplicarle un circular. El
toro le levantó la cara la final del pase, demostrando que no era la tonta del
bote y que Ferrera no le había dominado y ahí se acabó la cosa.
Varios toros de premio de Bilbao. El primero a la izquierda
Veranero de Victorino Martín, lidiado por El Cid en 2007
Urdiales
era la esperanza de la corrida de
Victorino, pero sus toros no tenían embestidas. Por no tener, no tenían
ni peligro, ni voluntad, ni mucho interés. El lote bueno le cayó a El Cid,
cumpliendo con la costumbre, quien se ha reconvertido de un torero de mandar en
un toreo de aguantar y aguantando las embestidas del quinto le sacó una faena
aceptable, que tuvo la rareza añadida de rematar con la espada. Con el noble
segundo Había estado tirando líneas y el toro no tenía ni la aspereza del
quinto, ni El Cid el mando de antaño. Bolívar estuvo afanoso con el buen
tercero, el mejor de la corrida.
Alumnos de la Escuela Taurina Diego Urdiales de Arnedo,
en el ruedo de Vista Alegre, tras la corrida del domingo
La
corrida de Victorino, resultó un tanto apagada y no tuvo ni la fiereza de la de
Madrid, ni los toros con la bravura de los dos de Sevilla, quedándose en una
corrida interesante para una fecha desangelada en la feria de Bilbao, de
tendidos a medias, bares vacíos y escasos corrillos, cuando muchos aficionados
se han ido ya y no hay relevos que rellenen los tendidos, para presenciar las
corridas de las ganaderías interesantes.
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