Ir al contenido principal

HERRADERO EN VICTORINO MARTIN (II). EL IMPRESCINDIBLE MUECO

Pilar Martín, veterinaria, de la tercera generación de ganaderos, cotejará con el facultativo correspondiente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia los datos de cada animal, mientras en el moderno mueco, sujetan al becerro para ponerle las cinco marcas candentes, seguidas de una loción de aceite para ayudar la cicatrización. 

Pilar Martín

Untar de tintura de iodo los cuernos previene posibles enfermedades, una papilla antiparasitaria, una jeringuilla de saneamiento veterinario, se añaden a los hierros en la misma operación. La grabación en vídeo documenta el trabajo y permitirá también obtener espectaculares imágenes de  los toros. Todo dirigido en mono de faena por Victorino hijo y con la presencia de su padre quien, aun mermado de facultades, no deja de asistir a las faenas camperas.



Aplicando los diferentes tratamientos

Una mezcla de mundos, tan usual en los toros y tan rara en la sociedad. Faenas camperas, trabajos rurales, esfuerzo familiar, van unidos a un trabajo sanitario riguroso, un control administrativo eficiente, una documentación gráfica completa. La ganadería es una explotación moderna hecha en el campo de siempre. “Este es hijo del 3 y la 37” afirma Victorino, cuando llega un macho al mueco. “Efectivamente” replica Pilar, mientras le da número de orden y comprueba en los papeles, que comparte con el veterinario de la Unión, el crotal donde figura el nacimiento e historial, antes de clavar ella misma la jeringuilla de saneamiento, mientras el resto se aplican a su tarea claramente definida, que cumplen con rigor industrial.

Victorino Martín García

El mueco, fea palabra, siempre remite a un instrumento de violencia, a tiras y aflojas de cuerdas, a imágenes en claroscuro al amanecer, al denostado afeitado de los pitones, no por denunciado menos habitual, a mugidos de protesta e imprecaciones de vaqueros. La necesidad del manejo, tan habitual de los toros bravos, que los introduce en una suerte de domesticación tan separada de la idílica vida salvaje que supuestamente tendría y que remite a una actividad ganadera más reglada, hace del mueco un instrumento imprescindible, donde el eufemismo “cajón de curas” cobra su sentido. 

El funcional mueco

Saneamientos rigurosos y habituales, el propio herradero, las fundas para los pitones en las ganaderías que las usan, obligan a que el mueco sea cómodo y recio, funcional en definitiva. Paredes móviles, ventanas correderas y abatibles, fijaciones  fiables, anclajes seguros, muestran una vez más la contradicción aparente y la confluencia real entre las labores mecanizadas y la ganadería rural.

Los hierros calentándose

Aplicando el hierro de Monteviejo a Cidrón-53

Incluso es posible una pequeña incursión de los neófitos, poniendo el hierro de la ganadería, apadrinando a un becerro. Andrew lo hará con Gambito-54 y yo apadrinaré a Cidrón-53, a los que esperamos ver lidiar en unas temporadas próximas.
Corriendo a la dehesa

La comida en la mesa común, presidida por Victorino, después de cotejar papeles y datos entre los veterinarios, es el último acto, tras la que todos se dispersaran a sus trabajos cotidianos, entre los que el herradero ha sido un breve paréntesis. (cont.)

Acabando la faena

Reportaje fotográfico de Andrew Moore
(cont.)


Comentarios

  1. Vaya día guapo que echastéis. Hay que seguir la pista a ese Cidrón-53...


    Un saludo, Pedro

    ResponderEliminar
  2. Es un compromiso con Cidrón-53 y Gambito-54 seguirles en su recorrido y además, contarlo.
    Por lo menos no nos tenemos que encargar de su manutención, es un apadrinamiento suave, je je.
    Felices fiestas y mejor 2016, Pedro
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

YO FUI A LA ALTERNATIVA DE RUBÉN SANZ

Por el mundo algo atrabiliario de Twitter (X) se mueve la figura de Rubén Sanz, torero soriano que participará en la última corrida de clasificación de la Copa Chenel. Su imagen es inusual, la de un torero con fieles seguidores y escaso bagaje, pues difícilmente sumará una veintena de corridas en sus quince años de alternativa, la gran mayoría en tierras sorianas. Me confieso uno de sus fieles seguidores, fascinado desde hace años por su decisión de ser torero, que pasa por encima de numerosas dificultades entre las cuales no ha sido menor su reducida técnica taurina. A través de los amigos de Soria, ciudad con la que mantengo una vital  relación sentimental, en la que se mezclan las experiencias mejores y peores como es imprescindible para que sea una relación sentida, conocí la peripecia de Rubén como novillero, quien tras pasar por la efímera escuela taurina soriana que dirigió el gran José Luis Palomar, fue juntando morosamente el número mínimo de novilladas con picadores neces

LA FÁBRICA DE REDECILLAS. ISABEL LIPPERHEIDE EN LA TERTULIA DE JORDÁN

Isabel Lipperheide mantiene una gran herencia taurina, la de su madre Dolores Aguirre a quien acompañó desde la compra de su ganadería y que dirige desde su fallecimiento en 2013. Una ganadería singular por su origen, Atanasio y Conde de la Corte, por su comportamiento encastado y duro y por la valoración de muchos aficionados deseosos de verla en plazas de importancia. Habitual en Madrid, Pamplona, Bilbao y las plazas toristas francesas, este año está anunciada en Ceret y Bilbao. Una ganadería mediana que tiene 180 vacas lo que le da para lidiar poco más de 50 machos de diferentes edades cada año, antes de la pandemia, claro.  Isabel Lipperheide en la Tertulia de Jordán Tiene la ganadera una mirada inquieta en un semblante amable en el que predomina la atención, incluso la reflexión, que no se ve perturbada por sus movimientos pues apenas gesticula al hablar. Sabe lo que quiere de su ganadería y lo busca sin componendas: Toros duros, que embistan sin plegarse a la colaboración y que

LA DESPEDIDA DE ENRIQUE PONCE

La despedida de Enrique Ponce en Madrid me pone delante 36 años de mi vida. Desde su presentación como novillero prodigio, he transitado todos estos años viéndole en el ruedo, quizá engañándome con la idea de que yo era el mismo que asistió a su presentación madrileña, un hombre de poco más de treinta años, con diez años de abono a sus espaldas, que gustaba de la sorpresa y la novedad. Vienen a mi memoria momentos que me sorprendieron y encantaron. La gran revelación de Ponce para muchos fue con Lironcito de Valdefresno en la feria del 96, pero antes tengo reseñados en mis columnas en DIARIO 16 grandes faenas a Bailador (vaya nombrecito) de Puerto de San Lorenzo en 1993, Tramposo de Sepúlveda en 1994, Zaragozano de Samuel Flores el mismo 1996 unos días antes de Lironcito. No era una sorpresa caída de la nada lo de Lironcito, pero si fue la causa de una opinión que ha recorrido todos los comentarios de aficionados acerca de Ponce: “Nos gusta más con los toros malos” pues no se le esca