Elegir siempre implica también renunciar a algo. Una tienta
obliga a ese ejercicio de equilibrio entre la búsqueda de un sueño y los
matices de la realidad. Debe ser difícil tener la mente clara para mandar una
vaca al matadero o ligarla a un semental, esperando el juego de su
descendencia. Decisiones que marcan un devenir que sólo puedes atisbar tres o
cuatro años después cuando se tiente a la vaca producto de esa unión o se toree
al novillo. Un cierto vértigo que el espectador ocasional, el aficionado invitado,
alcanza a sentir, con el alivio de no tener que decidir.
Vaca de tienta de Pedraza de Yeltes
Esa tensión se nota en la tienta, aun cuando sea distendida
como en Pedraza de Yeltes el pasado 19 de enero. Habitualmente el ganadero está
sólo, aislado, rodeado de sus íntimos, mientras que los invitados se colocan en
el palco o los tendidos de la pequeña plaza, en silencio respetuoso y, en algún
caso expectante. En Pedraza el palco es el lugar común que se comparte entre
invitados, profesionales y propietarios, en el que la cercanía no excluye el
respeto.
La plaza de tientas restaurada sobre la realizada por
María Antonia Fonseca
Los toreros y sus apoderados están solos en el ruedo,
guarecidos en los altos burladeros con troneras que les mantienen separados de
la vista de las vacas. Joaquín Galdós, el novillero peruano que volverá a
torear este año la de Pedraza en Garlin está con su apoderado Ángel Gómez
Escorial, probablemente el matador que más ha aguantado en la salida de chiqueros de Las Ventas a un toro,
El novillero peruano Joaquín Galdós
El maduro y capaz Fernando Robleño, asistió acompañado de su apoderado
Carlos Zúñiga, su peón de confianza e incluso un picador, a pesar de que las
labores de picador en la tienta las realiza el mayoral Miguel Angel Sánchez
“Curro”, lo que parecería indicar que se anunciará en una próxima corrida de la
casa, ya que no en Arles, tal vez en Madrid. Como “tapia” estaba el novillero David Salvador de la
Escuela Taurina de Salamanca realizando su aprendizaje.
El matador Fernando Robleño
Pero una tienta es una fiesta en la que se trabaja o un
trabajo en el que se festeja. El rigor, la seriedad de ganaderos y toreros
establece un espacio de coworking en
el que se cruzan, nos cruzamos, toreros, ganaderos, empresarios, aficionados,
cada uno con su propio interés.
En el palco. Sentados los José Ignacios.
De izquierda a derecha, Sánchez, Uranga y Rodríguez de Iruelo
De pie Luis Uranga y el picador Víctor García " El legionario"
José Ignacio Uranga, el propietario que se encarga de la
selección, y el ganadero Rodríguez de Iruelo, quien parece gozar de su confianza, no se perdían detalle de la lidia
de las vacas que dirigía el representante de la ganadería, el matador José
Ignacio Sánchez, quien tan buenos recuerdos nos dejó a los aficionados de
Madrid con su toreo de mano izquierda.
El matador Fernando Robleño manda a la vaca a la vista del palco
Detrás los asistentes formábamos grupos silenciosos durante la
tienta y más expansivos en los entreactos en los que se comentaba el juego de
las vacas. El joven novillero Alejandro Marcos y el matador Juan José, su
actual apoderado, estaban junto a unos aficionados franceses cuyo club apadrina
un torero novel cada temporada, otra interesante iniciativa de los aficionados
franceses. El ganadero del hierro de Carlos Charro, Fernando López. El presidente
de la Unión de toreros Juan Diego. Hasta Miguel Criado “El Potra”, padre e hijo
se presentaron en una visita de seguimiento de la corrida contratada para San
Fermín, formando una abigarrada e interesante mezcolanza de distintos
estamentos de la tauromaquia, entre los que el buen hacer y la amabilidad de
Luis Uranga, el propietario que lleva las relaciones públicas, facilitaba las
relaciones y conversaciones.
De izquierda a derecha: Juan Diego, Joaquín Galdós,
Luis Uranga, Andrew Moore y Ángel Gómez Escorial
(Cont.)
Fotografías de Andrew Moore
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