Una sorpresa apenas conocida a través de singulares noticias,
habitualmente ligadas a cogidas o muertes en páginas perdidas de webs taurinas,
Yucatán tiene una tauromaquia propia, ligada a costumbres populares y que
discurre en paralelo a la tauromaquia más tradicional, que tiene representación
en las ciudades más importantes de la península como Mérida o Valladolid.
Una tauromaquia apenas conocida y que entre corridas llamadas
de postín, más parecidas a las habituales, y las propias o tradicionales junto a diversas otras fórmulas alcanzan los 2.000, sí 2.000, festejos anuales.
Para comentar sus características, raíces, modalidades y
futuro, nos acompañaron en la Tertulia de Jordán, Marianne Gabriel, antropóloga, devota
de la corrida yucateca y que ejerce trabajo social en la península, Renán
Ceballos, torero que ha sido matador de novillos en corridas formales y yucatecas e investigador y Guillermo Vellojín, estudioso de la corrida
que trabaja en el Museo Taurino de Madrid.
Esta Tertulia tuvo menos interacción y mucha más información
de unos festejos emparentados, claramente, con las corridas de toros, pero
ligados a las costumbres populares. Han rastreado sus inicios en la época de la
conquista donde la llegada de las vacadas españolas cambió unos festejos
sacrificiales que se celebraban con otros ungulados cornudos, como los venados,
por las vacas y toros cimarrones de las nuevas haciendas y posteriormente por los
resistentes cebús importados de Asia, hasta llegar a los toros de casta brava.
Las corridas yucatecas se celebran en recintos provisionales, aunque existen una docena de plazas de fábrica en la península, realizados en madera por cada familia que ostenta el derecho de hacer una parte, un palco que se une con los demás para formar la plaza donde se desarrollarán los espectáculos. Los denominados palqueros, personas de prestigio social, heredan el derecho a construir sus palcos cuyo acceso pondrán después a disposición de sus invitados o venderán a sus vecinos, para que puedan seguir las corridas que en algunos casos duran mañana y tarde.
Como tauromaquia popular tiene diversas formas, que van desde el juego con los toros al estilo de las capeas populares, hasta las corridas tradicionales donde el toro puede ser sacrificado o no, así como puede ser ofrecido por un particular como una promesa que a veces está pintada en los costillares del animal. Estas fórmulas populares y variadas donde se mezclan diferentes suertes y fórmulas tienen una variante que se denomina con el bonito nombre de corridas de postín, palabra de preciosas resonancias ligadas al schotis Madrid de Agustín Lara y cuyo desarrollo es parecido a las corridas de toros bravos habituales en nuestras plazas, con sus cuadrillas con picadores y toros de casta brava o media casta.
Estas corridas de postín representan aproximadamente el 6% del
total de los 2.000 festejos, lo que hace una cantidad de unas 120 corridas anuales
cercanas a la tauromaquia tradicional, aunque el número total sea mayor pues
existen también las llamadas corridas de medio postín, en las que se mezclan
los animales para juegos populares con los toros de casta brava, estando
separadas cada parte por sus respectivos paseíllos.
Estas costumbres de ascendiente precolombino y supervivientes hasta ahora a través de sucesivos cambios y adaptaciones sociales, tienen su correlato en diferentes culturas americanas, pudiendo verse con características similares en diferentes lugares de Centroamérica como la cercana Guatemala, en las comunidades de origen maya como en Yucatán o las más alejada de El Salvador e incluso es similar a los juegos de las fiestas en las comunidades serranas del Perú.
Tauromaquia que discurre paralela a la de las corridas de
toros y que tiene profundas raíces, ha sido denominada “La fiesta no manifiesta”
por poco conocida, y es, sin duda, una actividad popular taurina, que forma
parte de Tauromaquia Mexicana, la organización que agrupa a los sectores de la
fiesta en México, es de gran interés no sólo antropológico, sino también
festivo y un atractivo más de las diferentes culturas taurinas que ha sido una fascinante
sorpresa conocer a través de la Tertulia de Jordán.
El significado
antropológico y la pervivencia ritual ha sido analizado en un reciente e
interesante acto en el Instituto Juan Belmonte https://institutojuanbelmonte.com/la-aficion-mexicana-se-reune-en-madrid-para-hablar-de-la-tauromaquia-yucateca/
Y en un artículo de François Zumbiehl https://institutojuanbelmonte.com/las-lecciones-de-una-fiesta-no-manifiesta/
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