Un hombre reposado, para alguno de nosotros que apenas le conocíamos, sorprendentemente reposado. Hablar pausado, ideas claras, transmite conocimiento y convencimiento. Fortes (Saúl Jiménez Fortes) ha sido una de las sorpresas de este San Isidro. Los que seguían su trayectoria más de cerca ya lo avisaban, pues había dejado huella tanto en la corrida Picassiana de Semana Santa en Málaga, como en la anterior feria de su ciudad, pero para muchos fue una sorpresa, agradable sorpresa, ver a un torero elegante, vertical, con recursos frente a unos toros que ni derrochaban casta ni regalaban embestidas, pero que acabaron embebidos en pases de trazo largo y torera cadencia.
En
sus inicios apareció como un torero valiente y sin fortuna, de colocarse en un sitio
de verdad, pero escaso de recursos para salvar el riesgo que asumía, con toreo
de calidad y tocado por la vara negra de la mala suerte por la que las cogidas
se convierten en cornadas graves. Una cogida con dos cornadas en la corrida del
20 de mayo de 2014 que hubo de ser suspendida por hallarse los tres diestros en
la enfermería, volvió el 14 de mayo siguiente donde un toro de Salvador Domecq
a punto estuvo de acabar con su vida con una gravísima cornada en el cuello. En
ese mes de agosto, apenas recuperado, otra cornada en el cuello en Vitigudino
parecía acabar con sus ilusiones y su carrera. Diferentes noticias acerca de su
estado de salud entre la que destacaba una epilepsia, parecían cerrar las
esperanzas puestas en un torero que seguía la trayectoria de su madre, la
novillera Mari Fortes quien alcanzó cierto renombre en los años 70.
Lejos de aparecer como una víctima, pues ni siquiera menciona su enfermedad en la Tertulia, se centra en referir como han moldeado su carácter los diferentes sucesos. La cornada de Vitigudino le llevó a replantearse su concepto del toreo, pues arrostrar riesgos que pueden ser mortales, en una corrida de fiestas donde el público huye del dramatismo, le llevó a reflexionar sobre su concepto y necesidad del toreo: “Si asumo riesgos es para torear como siento el toreo” afirma.
El
parón de la pandemia le sirvió para formarse como coach, lo que sin duda
influye en su manera de enfrentar su profesión huyendo de las urgencias, afirmado
la importancia en la calidad del toreo y no en la cantidad de pases, en la enjundia
de las faenas más que en las orejas cortadas, centrándose en metas cercanas,
reflexionando acerca de la importancia real de cada uno de sus pasos profesionales,
organizando su trayectoria, que coincide con los nuevos valores que surgen en
esos años y que ocupan una posición emergente con la que tiene que competir.
Juan Ortega, Pablo Aguado, Borja Jiménez, Fernando Adrián o Tomás Rufo, por
ejemplo, no estaban en los carteles anteriores a la pandemia.
Su conversación serena y cordial, en la que se comentaron tanto cuestiones técnicas, como las referidas a los diferentes vuelos de los capotes o más personales como sus prácticas de toreo de salón u opiniones de sus compañeros, refleja una personalidad con un profundo convencimiento en sus ideas y posibilidades, que tras sus éxitos malagueños y el aldabonazo isidril, parece ir abriéndose paso en un torero maduro, con sereno gusto, valor reposado y formas elegantes que va apareciendo en los carteles de las ferias y esperamos disfrutar como aficionados.
Comentarios
Publicar un comentario