Un ciclón, una personalidad arrolladora, que conjuga con un sentido de la medida que integra perfectamente en una tertulia coral. El mejor torero portugués de la historia, Victor Mendes desgrana conceptos claros que acompaña, a veces con una representación que le obliga a levantarse de la mesa para esbozar la correcta colocación de un par de banderillas, en lo que fue maestro, o una variedad de pases que van desde el mando a la despaciosidad.
Su carrera taurina está colocada entre los últimos toreros que pasaron por el duro aprendizaje de las capeas y las primeras promociones de las escuelas taurinas, a través de un aprendizaje informal en corridas a la portuguesa donde llega a tomar la alternativa de banderillero en 1976, para venir a Sevilla de la mano de Gonzalito e iniciar su recorrido de novilladas sin picadores, a novillero con caballos hasta su alternativa en Barcelona en el año 1981 y su confirmación en San Isidro siguiente, formando un cartel de banderilleros con Esplá y Morenito de Maracay, que tendría gran éxito en los años siguientes y al que se incorporaría El Soro y por el que pasarían numerosos toreros que hacían espectáculo con la suerte de banderillas.
Vive el toreo intensamente tanto durante su carrera profesional como con sus recuerdos actuales y entiende que el punto de partida en la corrida es el toro por lo que un gran problema ha sido la aparición del concepto “toreabilidad” pues el toreo no es sólo escenografía, sino que también es emoción y riesgo.
Al mismo tiempo afirma que el torero es un producto a vender que debe dar espectáculo y satisfacer a los espectadores, encontrar ese “producto” fue el éxito de las llamadas corridas de banderilleros en las que además confluían las grandes casas de apoderados y empresarios taurinos aunque acabaron por ir descuidando la formula, abaratando los toros anunciados, aumentando el riesgo y dificultando el lucimiento hasta hacerlas inviables, pues el papel del apoderado, sea o no de una gran casa, es defender y conceder la importancia que debe tener el torero.
A pesar de su impetuosa conversación, habla poco de sí mismo,
así que le recordamos sus triunfos en Madrid, saliendo por la Puerta Grande con
Victorinos y Baltasar Ibán, omitimos sus cornadas, tantas y tan graves, pero le
preguntamos por ese toro que tienen todos los toreros que les ha causado problemas
irresolubles y evocó un Miura en Arles del que todavía recuerda el alivio
cuando le vio morir. Habla de Paquirri como su maestro y se emociona
sinceramente cuando se habla de El Yiyo, pues se amontonan sus recuerdos
dolorosos.
Respecto a la tauromaquia a pie en Portugal estima su
dificultad para desarrollarse, pero no se muerde la lengua al decir que faltan
buenos empresarios que la valoren.
La Tertulia tuvo lugar justo el día siguiente de la desestimación de la ILP que pretendía acabar con la protección legal de la Tauromaquia como paso previo para avanzar en su prohibición, pero como afirma Victor Mendes el toreo es vida que se crea y alimenta de sus protagonistas, y es un mundo de libertad ahora acosado, pero la fuerza del carácter y la amena conversación del maestro portugués es una magnífica muestra de su vitalidad y su capacidad de desarrollarse en esta sociedad y sobrevivir ante los intentos de desvirtuarlo desde dentro y de eliminarlo desde fuera.
Fotografías de Andrew Moore
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