Las corridas de toros aún están muy en boga en España; pero, entre los españoles de la clase alta, pocos hay que no sientan una cierta vergüenza en confesar su gusto por un género de espectáculo tan cruel. Así es que buscan las más graves razones para justificarlo.
Corrida de toros
Diego Luna Izquierdo (c.1820)
(...) El único argumento que no se atreve nadie a aducir y que, sin embargo, no tendría réplica, es que, cruel o no, este espectáculo es tan interesante, tan atractivo y produce emociones tan fuertes que ya no se puede renunciar a él cuando se ha resistido el efecto de la primera corrida a la cual se asiste. Los extranjeros, que no entran en la plaza la vez primera sino con cierto horror y sólo con el propósito de cumplir concienzudamente con sus deberes de viajero, se apasionan pronto por las corridas de toros tanto como los mismos españoles.
Corrida de toros
Edouard Manet (c. 1860)
(...) Durante mi estancia en España no he faltado a una sola corrida. Ninguna tragedia en el mundo me había interesado hasta ese punto.
Prosper Merimée. Cartas de España. Carta I Las corridas de toros (1830). Editorial Renacimiento. Sevilla 2005. pag 71-73
LA LITURGIA DEL TRAJE DE LUCES
ResponderEliminarBajadas las persianas
resalta la montera
sin luz en las ventanas
y el toro ya a la espera.
Entra el mozo de espadas
y al diestro le despierta
tardes acaloradas
de afición a la puerta.
El diestro se levanta
despereza y afeita
y algún temor espanta
si en triunfo se deleita.
El mozo en mano tiene
la estrecha taleguilla
y una silla sostiene
flamante chaquetilla.
Liturgia de la gloria
al embutir el traje
que tal vez haga historia
oculta en su ropaje.
Las medias son de seda
y a tono va el fajín
y al conjunto le queda
al cuello el corbatín.
Camisa con chorreras
luz en los alamares
brillantes las hombreras
que alejan los pesares.
Negras las zapatillas
topacio los tirantes
huyen las pesadillas
de toreros triunfantes.
Colgantes van los machos
que dicen del valor
y son yelmo y penachos
en campos del honor.
La coletilla puesta
probada la montera
ya tiene la respuesta
y toda duda fuera.
Ante el altar se inclina
que tiene improvisado
la intervención divina
nunca la ha desechado.
Con capotillo en mano
con el que hará el paseo
el torero va ufano
al coso del deseo.
Los trajes de la terna
del arte y de la muerte
viven la pugna eterna
del Dios reparta suerte.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho
EL TORO SALIENDO AL RUEDO
ResponderEliminarEN LA PLAZA DE CENICIENTOS
En tarde sin viento hay lleno en el coso
en la nueva plaza recién construida,
y el timbal y el clarín dan la salida
a un toro cinqueño, astas de coloso.
Figura imponente emerge del foso
fiero resuella y la testuz erguida,
produce asombro la estampa surgida
belleza fiera del tótem fogoso.
Un rayo de sol nimba su cabeza
la impregna de luz riesgo y fortaleza
de una fiesta única ancestral y mítica.
La historia mágica armazón de España:
que sus campos viste, hermosea y baña,
del toro ausente de torpe política.
Saturnino Caraballo Díaz
El Poeta Corucho