El suave golpeteo de las pezuñas sobre la arena se va
convirtiendo en un movimiento rítmico, que rompe el silencio, conforme la vaca
galopa hacia el indolente caballo de picar. Parar con la pica, dosificar el
castigo y pedir que acuda el matador a sacarla. Una vez y otra, mecida por la concisa
voz del mayoral, ¡Eeh, vaaaca!,
Santanera realizará hasta cinco embestidas de lado a lado de la plaza, donde es
llevada tras presurosa carrera para sacarla del peto y ponerla en suerte, sin
apenas capotazos, por la experta mano de Luis Miguel Encabo. Ilustre nombre el de la vaca, de la misma reata que el primer toro con el que César Rincón abrió la puerta grande de Madrid en 1991 y del novillo indultado en Arnedo en 2011.
Santanera acude al caballo del mayoral Domingo González,
tras ser puesta en suerte por el matador Luis Miguel Encabo
Santanera con Luis Miguel Encabo
La tienta es, como sabemos, una sencilla prueba de bravura
donde los detalles son lo importante. La fijeza, señal imprescindible de la
bravura, la entrega, la codicia, son vitales, como también lo son el tipo, la reata
y en última instancia, esa cualidad indefinible que es el ojo de la ganadera
basado en su experiencia y, también, en su esperanza.
La ganadera Cristina Moratiel dirige la tienta desde el palco,
donde la acompaña Jesús Fernández, presidente de la UATM
Por eso las sensaciones del silencioso espectador no son las
mismas que en una corrida en la plaza, donde se demuestra el acierto en la
selección de casta y bravura. Es una prueba a cara o cruz para la vaca, donde
se juega, literalmente, la vida, pero aquí las variables que condicionarán la
aprobación no están completamente a la vista. La mayor acometividad de una, la
mayor entrega de otra, la fuerza, la notable resistencia, el castigo recibido, el
contraste entre la experta mano del matador y los titubeos de los novilleros
que entran en liza para foguearse, son detalles que se aprecian desde el
discreto tendido sin que puedas asegurar la decisión final, que queda en manos
de la ganadera y su mayoral, sopesando variables que el aficionado no llega a
conocer en toda su extensión.
Barbera acude al caballo y mete la cabeza
embistiendo a las telas de Luis MIguel Encabo
La charla con la ganadera, al calor del sol de otoño, completará
la interesante información, acerca de las diez familias existentes en la
ganadería, los diez o doce sementales que están padreando, la renovación de las
madres cercana al 10% por temporada, la esperanza en la cruza con sementales de
Pedraza de Yeltes y la confianza en la casta como el fundamento de la vacada, son
tan relevantes como algunas de las que se quedan en el tintero, pues no se
puede abarcar una ganadería en una visita.
Un privilegio contemplar la ganadería de Baltasar Ibán, un
depósito de casta a las puertas de Madrid, protegida por la mole del monte
Abantos y a la vista del Monasterio de El Escorial. La visita organizada por la
Unión de Abonados y Aficionados Taurinos de Madrid (UATM), consistió en la
tienta de las eralas Santanera y Barbera y un paseo en tractor por el prado
donde pastan los utreros que forman la camada de toros de saca del año próximo.
Las dichosas fundas, económicamente necesarias. Los hierros en
el costado izquierdo, costumbre debida a la ubicación de la manga de los corrales
que obliga a ello. Las capas salpicadas tan inusuales en la ganadería hace unos
años. Curiosidades que entretienen la visita tanto como el soleado día y las
bellas panorámicas visuales. El amable recibimiento realza el espectáculo de la
casta, fundamento mismo de las corridas de toros, sin el que todo lo anterior
carecería de sentido.
Camarín recibió numerosos premios en 2016
Alberto Aguilar con Camarín
Sartenero lidiado por Serafín Marín
en San Isidro de 2015
Mejicano, otro toro de ilustre reata,
embiste al caballo de picar en 2014
Reportaje fotográfico de Andrew Moore
Comentarios
Publicar un comentario