La bravura es un bien escaso, incluso, o especialmente, en las
corridas concurso de ganaderías que muestran mejor las dificultades de la casta
que los grados de la bravura. Por eso el premio al toro más bravo se suele
quedar desierto, tal como ayer en Zaragoza.
Enchiquerando a los toros de la concurso
con presencia de todos los mayorales
Ya sabemos que es difícil ver toros bravos, pero la corrida
concurso de Zaragoza del sábado 22 mostró
una entretenida paleta de los problemas que la casta lleva a las
corridas de toros, tan lejos de la corrida ideal para tantos toreros y
ganaderos: “Que no incomode, que no cree complicaciones, que disfruten, que
nadie pase un mal rato” según la sincera expresión de Daniel Ruiz.
Los toros de la corrida de Luis Algarra para el domingo 23,
¿para disfrutar?
La bravura apareció en su versión noble y encastada con el
toro de Ana Romero algo tardo, justo de fuerzas y poco codicioso, con el que
Román no supo o pudo mostrarlo, aunque Pedro Iturralde recetó tres puyazos, el
primero y tercero muy traseros, que el jurado apreció suficientes para darle el
premio a la suerte de varas.
El de Alcurrucén se arranca de lejos al caballo,
en lo que fue una tónica general de la tarde
Alcurrucén sufrió los tirones de la muleta en las inexpertas
manos de Román y se cansó rápidamente de embestir, en el caballo no había
mostrado gran interés aunque cumplió con sus tres entradas.
El Flor de jara, manso peligroso, hizo por Alberto Alvarez
Listo y avisado Flor de Jara, renuente en el caballo y
complicado en la muleta rasgó la taleguilla de Alberto Alvarez, quien pechó
también con un Cuadri, manso, flojo, descastado y feo, muy feo.
El Ventorrillo desmonta a Esquivel de latiguillo
La casta de El Ventorrillo que sabía siempre donde estaba el
torero, puso en dificultades a Rafaelillo, que solventó la papeleta con
suficiencia aunque se llevó un varetazo en la mandíbula. Esquivel picó bien en
cuatro varas, en una de las cuales tuvo una caída de latiguillo, quizá por
picar delantero, como debería ser.
El Ventorrillo en la finca, el pasado mes de febrero
Foto de Andrew Moore
Rafaelillo estuvo más que digno con el precioso pabloromero de
Partido de Resina, de cara armoniosamente triangular, pitones levemente
agresivos, morrillo de medio queso, como es tradición en la casa y bello pelaje
cárdeno. El toro era manso y descastado pero al igual que en los humanos, la
belleza o la inteligencia raramente se dan juntas y cualquiera de ellas en
grado eminente justifican una vida.
El bello pabloromero que abrió la tarde con Rafaelillo
Toros encastados, toreros esforzados y público escaso forman
un cóctel de incierto futuro, pero los aficionados que acudieron a la plaza
pudieron apreciar los problemas de la casta cuya resolución es la justificación
de la corrida de toros.
Román despide al bravo de Ana Romero con un pase de pecho
Publicado en Opinión y Toros
Comentarios
Publicar un comentario