El resumen de la feria es fácil. Victorino y los demás. La casta, la
fiereza incluso, del toro de lidia, recupera el interés de la fiesta de los
toros perdida entre el barullo de la elegancia y el medio toro.
Pero creo que para un resumen global es interesante contextualizar la feria
en la época negra de la fiesta de los toros por la que atravesamos, en la que
los toreros del sistema, aquellos que torean todas las ferias y son el soporte
de las taquillas de los empresarios, no tienen el contrapeso de los toreros de
aficionados, que son quienes traen la emoción al toreo. El toreo cansino de
todos los días, que para hacerse todos los días necesita precisamente de toros
que permitan a las figuras andar sin apreturas, no encuentra el contrapeso de
toreros de calidad que gusten a los aficionados, como en otros momentos fue el
caso de Antoñete, Rincón, José Tomás o El Cid.
Anuncio aparecido en The Times el 20 de junio de 1920
En esta época ha aumentado la rigidez del sistema debido a la existencia de un oligopolio de toreros, el año pasado
el G-9 ó G-10 y este los “big five”, que se pelea con los empresarios por el pastel
que en esta época de crisis no cesa de disminuir. Esta rigidez ha
institucionalizado la serie B donde están los toreros modestos con el ganado
exigente y sin apenas trasvase entre ellas y ha provocado una falta de relevo
en la parte superior del escalafón donde se mantienen los mismos desde hace más
de diez años, a costa de la propia fiesta. El entramado oficial se apoya en un
dominio de la prensa oficial taurina que está tajantemente separada de la
opinión de los aficionados que se expresa en las redes sociales y la búsqueda
de una presentación a la sociedad más acorde con los más vacuos espectáculos.
Ilustración de Andrés Martínez de León
para su obra Los amigos del toro
En este marco global es donde se puede ver el resumen de la feria de San
Isidro que está representado por el triunfo de Victorino o el elogio de la
fiereza y la exigencia. La sorpresa Miura con dos toros bravos, uno de ellos de
premio. El sitio, la cabeza torera y la decisión que ha demostrado Perera. La
entrega de Fandiño que no supera su techo de calidad aunque haya creado un
momento tan conmovedor como su estocada a topacarnero al Parladé y no haya sido
capaz de dar un puñetazo encima de la mesa el día de la Beneficencia. El
desprecio de los “big five” a la lidia, quizá entendible porque no viven de
eso, sino de su repetitivo toreo de muleta. El efecto Castaño que no ha tenido
seguimiento y no ha habido otros toreros que se hayan aventurado por el hueco
del espectáculo de la lidia, a pesar de que se nota que los banderilleros que
saben, tienen mayor gusto por arriesgar y hacer más bella su suerte, es una
sorpresa que no puedo calificar de positiva. La desastrosa realización de la
suerte de varas donde los picadores recargan inmisericordes la puya, sin dejar
apenas espacio para una bella realización de la suerte y poder mostrar la
condición del toro.
Pancarta en la plaza El Toreo de la Condesa Mexico DF.
19 de noviembre de 1944
Tomada de Descabellos
En fin el apunte de tantas cosas buenas y malas, muy dispersas en tantas
tardes y que han propiciado una feria más entretenida que en años anteriores,
pero que no supone un avance hacia una tauromaquia más comprometida con la
casta y bravura del toro y la emoción del espectáculo, sino un paso más en un
negocio decrépito por cuyos restos se pelean toreros oligopolistas y
empresarios dominantes.
Esta entrada es el texto de la intervención en el resumen de la feria realizado para la Asociación el Toro de Madrid en el Centro sociocultural Maestro Alonso del Ayuntamiento de Madrid.
Está publicada en http://www.opinionytoros.com/noticias.php?Id=47308
Comentarios
Publicar un comentario