Ir al contenido principal

LA FIESTA DE LA CASTA. BALTASAR IBÁN

Camarín-37 de Baltasar Ibán es el toro de la feria, hasta ahora, que empieza la llamada semana torista, pues combinaba la nobleza de la bravura con la agresividad de la casta. Para que un toro bravo pueda lucir se necesita que el matador lo muestre, lo enseñe, le dé espacio y sea generoso al mostrar la bravura y enjundioso a la hora de torearla.
Le faltó generosidad a Alberto Aguilar para poner al toro para un tercer puyazo. Claro que el alevoso lanzazo trasero y recargando en que consistió el primer puyazo, que dejó al toro creando charcos de sangre cada vez que se paraba, no invitaba a un mayor castigo. Error de cálculo del matador y carnicería del picador, ese cáncer de la fiesta.
Mientras los picadores no sepan hacer la suerte sin recargar y defendiendo a la montura sin picar atrás, y por el contrario rompan al toro con esas varas traseras que los destrozan y utilicen la puya como una picadora de carne, no sólo serán indignos de su profesión, sino que destrozan una fiesta que tiene en la expresión de la bravura del toro su única defensa.
Alberto Aguilar fue generoso y firme en su faena de muleta, pero le faltó dar ese paso adelante que hace que una faena sea grande y estuviera a la altura de la bravura del toro. Mostró la bravura del toro pero no consiguió montar una faena que le hiciera justicia.
Nunca se ha dicho que los presidentes de corridas sean buenos aficionados, pero Camarín-37 merecía la vuelta al ruedo que el presidente no concedió. Quizá otro día con un toro más pastueño se le ocurra concederla, con ese criterio que defiende que el toro debe ser un colaborador y no un adversario.
Mientras tanto disfrutamos con la corrida de Baltasar Ibán, que presentó unos toros de mucho volumen, excepto el tercero, con una diferencia de más de 100 kilos con el resto, aparatosos y bien hechos, con la señal de la casta y en la primera mitad también con la de la bravura.


Publicado en  Opinión y Toros


Comentarios

Entradas populares de este blog

YO FUI A LA ALTERNATIVA DE RUBÉN SANZ

Por el mundo algo atrabiliario de Twitter (X) se mueve la figura de Rubén Sanz, torero soriano que participará en la última corrida de clasificación de la Copa Chenel. Su imagen es inusual, la de un torero con fieles seguidores y escaso bagaje, pues difícilmente sumará una veintena de corridas en sus quince años de alternativa, la gran mayoría en tierras sorianas. Me confieso uno de sus fieles seguidores, fascinado desde hace años por su decisión de ser torero, que pasa por encima de numerosas dificultades entre las cuales no ha sido menor su reducida técnica taurina. A través de los amigos de Soria, ciudad con la que mantengo una vital  relación sentimental, en la que se mezclan las experiencias mejores y peores como es imprescindible para que sea una relación sentida, conocí la peripecia de Rubén como novillero, quien tras pasar por la efímera escuela taurina soriana que dirigió el gran José Luis Palomar, fue juntando morosamente el número mínimo de novilladas con picadores neces

LA FÁBRICA DE REDECILLAS. ISABEL LIPPERHEIDE EN LA TERTULIA DE JORDÁN

Isabel Lipperheide mantiene una gran herencia taurina, la de su madre Dolores Aguirre a quien acompañó desde la compra de su ganadería y que dirige desde su fallecimiento en 2013. Una ganadería singular por su origen, Atanasio y Conde de la Corte, por su comportamiento encastado y duro y por la valoración de muchos aficionados deseosos de verla en plazas de importancia. Habitual en Madrid, Pamplona, Bilbao y las plazas toristas francesas, este año está anunciada en Ceret y Bilbao. Una ganadería mediana que tiene 180 vacas lo que le da para lidiar poco más de 50 machos de diferentes edades cada año, antes de la pandemia, claro.  Isabel Lipperheide en la Tertulia de Jordán Tiene la ganadera una mirada inquieta en un semblante amable en el que predomina la atención, incluso la reflexión, que no se ve perturbada por sus movimientos pues apenas gesticula al hablar. Sabe lo que quiere de su ganadería y lo busca sin componendas: Toros duros, que embistan sin plegarse a la colaboración y que

LA DESPEDIDA DE ENRIQUE PONCE

La despedida de Enrique Ponce en Madrid me pone delante 36 años de mi vida. Desde su presentación como novillero prodigio, he transitado todos estos años viéndole en el ruedo, quizá engañándome con la idea de que yo era el mismo que asistió a su presentación madrileña, un hombre de poco más de treinta años, con diez años de abono a sus espaldas, que gustaba de la sorpresa y la novedad. Vienen a mi memoria momentos que me sorprendieron y encantaron. La gran revelación de Ponce para muchos fue con Lironcito de Valdefresno en la feria del 96, pero antes tengo reseñados en mis columnas en DIARIO 16 grandes faenas a Bailador (vaya nombrecito) de Puerto de San Lorenzo en 1993, Tramposo de Sepúlveda en 1994, Zaragozano de Samuel Flores el mismo 1996 unos días antes de Lironcito. No era una sorpresa caída de la nada lo de Lironcito, pero si fue la causa de una opinión que ha recorrido todos los comentarios de aficionados acerca de Ponce: “Nos gusta más con los toros malos” pues no se le esca