Las tres corridas de Albaserrada han sido un muestrario de
la casta brava y el irrenunciable interés y necesidad de la misma para el
futuro de la corrida de toros.
Sin entrar en definiciones completas y complejas, la casta
es lo que se separa de la docilidad. Acompañará o no a la bravura, pero permite
fijar el carácter del toro de lidia.
La singularidad de la corrida de toros estriba en el dominio
de la imprevisibilidad de la embestida del toro y la creación de la belleza en
ese dominio, que para su creación el artista pone en riesgo su vida. Esa
singularidad es, probablemente, lo que la marca como un espectáculo
radicalmente moderno y la justificación de su persistencia. Como dice Luis
Francisco Esplá: “No hay ningún otro material artístico que ponga problemas al
artista”.
Fernando Robleño, Gómez del Pilar y Ángel Sánchez,
lidiaron con brillantez y exposición una encastada,
interesante y fiera corrida de José Escolar
Me declaro totalmente contrario a la previsibilidad, a la
nobleza como la cúspide de la bravura y creo que la supervivencia y el interés
de la corrida de toros está en el riesgo real y no sólo teórico, que es salvado
por el conocimiento y valor del matador de toros. No está en las formas, por
bellas que sean si éstas no son creadas delante de un toro con casta y por
tanto con problemas que resolver.
Las corridas de Albaserrada han permitido ver las distintas
maneras de comportarse con los toros, con sus problemas y sus bondades y todas
se han resuelto teniendo que tirar de valor y conocimiento, sin que eso haya
evitado los riesgos. No ha sido el mayor problema para los toreros el riesgo
físico que lo han sufrido en su carne, especialmente Manuel Escribano y Román,
también está el riesgo profesional, la cotización de su futuro, que sube y baja
con relación a su manera de comportase y resolver la lidia. Si el toro es
previsible el escalafón también lo es.
Emilio de Justó brilló con el toro más bravo de
una complicada corrida de Victorino,
mientras Octavio Chacón y Daniel Luque
no llegaron a entenderse con el 4º y el 2º de la tarde
Roca Rey no ha podido dar el golpe de autoridad que se
esperaba y posiblemente no vuelva a encontrarse con frecuencia con estas
divisas exigentes y eso perderemos los aficionados en nuestro disfrute y el
matador en su gloria, aunque quizá no en su cotización.
Román, con cuyo valor hemos disfrutado en la plaza y Emilio de Justo, también Gómez del Pilar, han salido reforzados,
aunque no se librarán del encasillamiento de las corridas duras. El resto no
han mejorado su cotización e incluso algunos como Octavio Chacón y Ángel
Sánchez han registrado una pérdida de interés.
Román hizo una faena de decisión y conocimiento,
con desprecio del riesgo, que remató con una emocionante estocada
de las mismas características de la faena
En fin, movimientos en el aprecio de muchos aficionados, que
han sabido valorar a los toreros en función de las dificultades de los toros a
los que se enfrentaron y que muestran cómo se movería el escalafón si los toros
tuvieran los problemas y las virtudes de la casta.
Roca Rey hizo su toreo de quietud y mano baja
al toro más noble del serial de Albaserrada
Por eso es irrenunciable la casta de los toros y por eso
Albaserrada marca el futuro de la corrida de toros, que debe separarse de la
previsibilidad, de la búsqueda de la máxima docilidad del toro que permite
empezar las faenas una y otra vez sin que los toros hayan aprendido de los
errores de los matadores, que la máxima aspiración no sea la duración de la
faena de muleta en interminables series sin dominio ni interés y que se haga
realidad en las corridas de feria, que la singularidad de la corrida de toros
consiste en ser un espectáculo donde el riesgo del artista está presente y
donde triunfar sin riesgo es triunfar sin gloria.
Fiereza
Sevillano-68 de José Escolar
Bravura
Director-66 de Victorino Martín
Nobleza
Madroñito-81 de Adolfo Martín
Fiereza, bravura y nobleza son tres complementos de la casta
Fotografías de Andrew Moore
Ole
ResponderEliminarGracias Unknown
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