Asomarnos al estudio de la genética del toro bravo, nos abrió más incógnitas y nos destruyó más certezas de las que pensábamos antes de empezar la Tertulia con Javier Cañón, catedrático emérito de Genética en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.
Sabido es que el toro bravo no es una raza única puesto que su
variabilidad genética es mayor que la que le separa de algunas otras razas
bovinas establecidas y que su denominación como toro de lidia es una calificación
administrativa y no científica, pero esperábamos que los estudios genéticos
llevados a cabo por el profesor Cañón y su equipo, patrocinados por la RUCTL y
otras dos Asociaciones de ganaderos de bravo nos pudieran abrir un camino para
entender la huella que la genética ha introducido o aprovechado de la bravura.
Por decirlo rápido, no existe el gen de la bravura, no hay un conjunto de genes que se puedan seleccionar para adaptar o mejorar la bravura. La selección, por tanto, tiene un componente aleatorio, como se deduce en la práctica.
Afirma el profesor Cañón que los avances en la selección más interesantes han venido de la definición de características del comportamiento buscadas en el toro de lidia que hizo Juan Pedro Domecq Díez y del sistema de puntuación de estas llevada a cabo por su hijo Juan Pedro Domecq Solís, padre y abuelo del actual ganadero, pues han permitido ver la interrelación existente, o no, entre algunas de ellas y ayudar en el proceso de selección buscado.
Para llevar a cabo una adecuada selección con la ayuda de la
genética se necesita una población grande sobre la que actuar y eso es difícil
en las actuales explotaciones ganaderas de reducido tamaño en general.
La morfología tiene una mayor trazabilidad y está más avanzada
su comprensión, pero tiene numerosas dificultades, pues a modo de ejemplo, el
tamaño de los pitones es más sencillo de seleccionar, pero no la conformación
de los mismos. Misterios de la genética que también hace que el comportamiento
en diferentes circunstancias sea variable, es decir la bravura o acometividad
en una plaza pequeña no tiene que tener un correlato en una plaza grande, lo
que, sin duda es un inconveniente para la selección en la tienta, debido entre
otros factures a lo que denomina epigenética que es aquello que influye en la
genética sin modificación aparente de los genes.
En fin, avances en el conocimiento científico, que muchas veces son contraintuitivos para los profanos. Para aquellos interesados en profundizar nos sugirió la web https://www.ucm.es/genetvet/la-raza-de-lidia donde están depositados y dispuestos para consulta, los estudios acerca de la genética del toro bravo.
La genética ha permitido diferenciar los encastes, de tal manera que se puede conocer el encaste real de las diferentes vacadas actuales y como curiosidad los ejemplares y encastes con una mayor fiereza o casta, que diríamos los aficionados, tienen relación con orígenes de toros navarros.
Ilustrativa y amena Tertulia llevada con interés por el profesor
Javier Cañón, quien no se define como un aficionado, sino que el toro bravo es
su objeto de estudio y que nos ha hecho remover nuestras ideas acerca de la crianza
y selección del toro de lidia y nos ha mostrado los avances en el estudio del
toro bravo, protagonista fundamental de la tauromaquia.
Fotografías de Andrew Moore
Comentarios
Publicar un comentario