El broche de Miura tuvo más brillo que la semana
que cerraba la feria. Al menos Miura cumplió, con un brillo un tanto apagado,
que quizá sólo desprendía luz en relación con la semana precedente, pero que
tuvo sus grandes momentos.
Rafaelillo
Rafaelillo demostró que ser un especialista en
duras corridas, no quita para mantener las ganas y no embotar el gusto. Inédito
en el flojo primero, al cuarto le recetó una faena de valor y conocimiento, en
la que los alardes de rodillas y los cites de lejos, iban unidos a dominadores
pases rematados abajo para llevar al toro bien sometido. Se lució en un cambio
de manos y un gran natural y cuando acariciaba el triunfo, pinchó por dos
veces, enfriando el triunfo pero no el reconocimiento de la afición, que le
aclamó en una ovacionada vuelta al ruedo.
Rafaelillo
Javier Castaño, con más aguante que poder, sorteó
las malas intenciones del quinto, con poco brillo, como poco brillo tiene su
cuadrilla, en el que el cambio de Adalid por Otero ha restado personalidad, por
más que ambos sean grandes banderilleros, lo que no parece el caso de Marco
Galán, fantástico lidiador y no tan bueno con las banderillas en las que
incluso resultó cogido. Tito Sandoval no ha tenido una gran feria.
Javier Castaño
Serafín Marín, encogido, resultó superado por su
lote, y cerró la corrida, la llamada semana torista y la feria, con cierto
desánimo, el mismo que nos invadía a muchos cuando dejábamos Las Ventas a la
que sólo volveremos esporádicamente hasta la feria de otoño.
Miura
Fotos de Andrew Moore
Publicado en www.opinionytoros.com
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