Un
natural a pies juntos de mucho vuelo y otro con la suerte cargada de muy buen
remate, dentro de una buena serie con la izquierda. Así se resolvió la
expectación que había con Diego Urdiales, entre medias de una larga faena
montada sobre la mano derecha, que tuvo como detalle barroco un molinete
belmontista y como exaltación el brindis al gran Curro Romero, calificado defensor
del toreo de Urdiales y desplazado en la ocasión a su plaza de Madrid, que quizá
por un sentimiento de familiaridad, se ahorró una gran ovación al rey del toreo que
tanto y tan bien ha toreado aquí.
Diego Urdiales
Los
toros de Nuñez del Cuvillo, como es tradicional, blandos, nobles, voluntariosos
y descastados, propiciaron unas faenas que no se salieron de la más estricta
vulgaridad. Picotazos leves, escasos y traseros, por parte de unos picadores
que no hicieron ni un ligero esbozo de la suerte de varas. Banderillas puestas
de cualquier manera y lidias sonrojantes, de las que se puede excluir, en ambos
apartados, a Antonio Chacón quien pareó con arrojo y estilo, y lidió con
criterio y calidad.
Brindis a Curro Romero
El resto es el que se supone el plato fuerte de la corrida de las figuras: muletazos y más muletazos dados con mejor o peor criterio. Entre ellos Castella, quien mantuvo en pie, a base de temple y consentimiento, al bravo y flojo sobrero de El Torero, que se fue arriba y posibilitó una faena plena de verticalidad y ligazón, pero ayuna de calidad y gusto, y por tanto, prescindible.
Sebastian Castella
Talavante
no tuvo toros que fueran y vinieran para, en su tauromaquia sin propósito, poder
enjaretar algún natural de calidad. Eso, ya lo había hecho Urdiales.
Fotos 1 y 3 de Andrew Moore tomadas de Del toro al infinito
Foto 2 de JMSV tomada de Larga cambiada
Publicado en www.opinionytoros.com con una foto de un gran natural de Diego Urdiales tomada por Muriel Feiner
Comentarios
Publicar un comentario