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EL APUNTE DEL 7 DE MAYO EN SEVILLA

BRAVUCONES GARCIGRANDES

El Cid resolvió en tres tandas de derechazos la faena a un toro bravucón de Garcigrande. Son estos toros de una pasta especial, ni bravos ni mansos, ni con trapío ni sin él, ni flojos ni fuertes, ni carne ni pescado.
Salen, corren, acuden a los capotes con un puntito de violencia incluso, miran al caballo, le dan un arreón y ahí se acaba la fiesta. Se vuelven reservones, acuden a la muleta con desgana cuando no salen huyendo, buscan tablas, se salen de la suerte, regalan dos embestidas y se paran, hasta que el torero decide entrar a matar, pero podrían seguir un buen rato más con ese estilo deslucido, dócil y al tiempo reservón. El porque sean toros favoritos de las figuras, señaladamente de El Juli, pertenece a un misterio que ni siquiera la infinita docilidad de estos animales resuelve.


La Torre Pelli desde la grada de sol

El Cid después de un par de series de tanteo, consiguió parar la huida del toro en dirección a chiqueros y en los terrenos de sol le instrumento las tres series de derechazos. Cambió la muleta a la izquierda y aquello no funcionó, vuelta a la derecha y ya se había acabado. En su toro anterior, el jandilla del día que resultó el mejor jandilla de la feria, que no sé si habrá premio para eso, El Cid estuvo en su versión B con poca confianza, escasa decisión e ideas dispersas y como siempre que no hay faena lo mata bien, al que toreó bien lo mataría abajo.

Tanto había caído la feria el día anterior, que la corrida resultó un alivio. Es más fácil rebotar cuando se está hundido.

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