Ir al contenido principal

EL APUNTE DEL 8 DE MAYO EN SEVILLA

DAVID MORA MUESTRA EL TOREO

David Mora toreó bien a un toro de El Pilar en Sevilla. Sin paliativos, sin alharacas, sin exageraciones, confiado en su capacidad y con sencillez, sólo eso y resulta que es tanto. Siete corridas de feria para que ocurra lo que parece un hecho singular, que un torero toree bien a un toro.


Picadores y alguacilillos

Un toro noble al que Mora le lanceó con temple y gusto a la verónica después de acudir al caballo con presteza. El pitón bueno no le sirvió a Mora para montar su faena, pues la codicia del toro le hacía que las series salieran aceleradas y los pases no fueran propiamente ligados, sino hilados al confuso estilo que se prodiga ahora. Tuvo que ser por el izquierdo cuando se acopló en distancia y velocidad, para llevar al animal con temple, gusto y dominio al que quizá para ser enorme, sólo le falto un poco de relajo, tal vez de confianza en lo que estaba haciendo y que tan bien fluía. La estocada desprendida, de gran exposición, coronó una faena redonda, tal vez la más armada que le he visto a Mora.


Más picadores y  los alguacilillos

El otro toro de la buena corrida le tocó a Escribano, quien se debate entre sus actos de valor, donde sobresale, saliendo a los medios delante de toriles a recibir al toro de rodillas o quebrando banderillas en tablas, y algunos pases que intenta y le salen con despaciosidad. Entre medias cierta confusión en maneras y colocación, parece que le impide rematar las faenas a las que con tanto ánimo se enfrenta.


Después de tantos problemas de carteles y figuras, de rebuscar en ganaderías de garantía, de acoplar fechas y toreros, al final va a resultar que el secreto del toreo va a consistir en torear toros bravos por toreros dispuestos.

Publicado en http://www.opinionytoros.com/noticias.php?Id=46660 con foto de Muriel Feiner.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

YO FUI A LA ALTERNATIVA DE RUBÉN SANZ

Por el mundo algo atrabiliario de Twitter (X) se mueve la figura de Rubén Sanz, torero soriano que participará en la última corrida de clasificación de la Copa Chenel. Su imagen es inusual, la de un torero con fieles seguidores y escaso bagaje, pues difícilmente sumará una veintena de corridas en sus quince años de alternativa, la gran mayoría en tierras sorianas. Me confieso uno de sus fieles seguidores, fascinado desde hace años por su decisión de ser torero, que pasa por encima de numerosas dificultades entre las cuales no ha sido menor su reducida técnica taurina. A través de los amigos de Soria, ciudad con la que mantengo una vital  relación sentimental, en la que se mezclan las experiencias mejores y peores como es imprescindible para que sea una relación sentida, conocí la peripecia de Rubén como novillero, quien tras pasar por la efímera escuela taurina soriana que dirigió el gran José Luis Palomar, fue juntando morosamente el número mínimo de novilladas con picadores neces

LA FÁBRICA DE REDECILLAS. ISABEL LIPPERHEIDE EN LA TERTULIA DE JORDÁN

Isabel Lipperheide mantiene una gran herencia taurina, la de su madre Dolores Aguirre a quien acompañó desde la compra de su ganadería y que dirige desde su fallecimiento en 2013. Una ganadería singular por su origen, Atanasio y Conde de la Corte, por su comportamiento encastado y duro y por la valoración de muchos aficionados deseosos de verla en plazas de importancia. Habitual en Madrid, Pamplona, Bilbao y las plazas toristas francesas, este año está anunciada en Ceret y Bilbao. Una ganadería mediana que tiene 180 vacas lo que le da para lidiar poco más de 50 machos de diferentes edades cada año, antes de la pandemia, claro.  Isabel Lipperheide en la Tertulia de Jordán Tiene la ganadera una mirada inquieta en un semblante amable en el que predomina la atención, incluso la reflexión, que no se ve perturbada por sus movimientos pues apenas gesticula al hablar. Sabe lo que quiere de su ganadería y lo busca sin componendas: Toros duros, que embistan sin plegarse a la colaboración y que

LA DESPEDIDA DE ENRIQUE PONCE

La despedida de Enrique Ponce en Madrid me pone delante 36 años de mi vida. Desde su presentación como novillero prodigio, he transitado todos estos años viéndole en el ruedo, quizá engañándome con la idea de que yo era el mismo que asistió a su presentación madrileña, un hombre de poco más de treinta años, con diez años de abono a sus espaldas, que gustaba de la sorpresa y la novedad. Vienen a mi memoria momentos que me sorprendieron y encantaron. La gran revelación de Ponce para muchos fue con Lironcito de Valdefresno en la feria del 96, pero antes tengo reseñados en mis columnas en DIARIO 16 grandes faenas a Bailador (vaya nombrecito) de Puerto de San Lorenzo en 1993, Tramposo de Sepúlveda en 1994, Zaragozano de Samuel Flores el mismo 1996 unos días antes de Lironcito. No era una sorpresa caída de la nada lo de Lironcito, pero si fue la causa de una opinión que ha recorrido todos los comentarios de aficionados acerca de Ponce: “Nos gusta más con los toros malos” pues no se le esca